Pablo Iglesias, un enamorado del Muro de Berlín
Pablo Iglesias echa de menos el Muro de Berlín. En realidad no nos debería de sorprender, alguien procedente del más rancio y vetusto comunismo con trazas de anticapitalista de tomo y lomo tiene que ser un rendido admirador de la ‘obra de arte’ perpetrada por quienes dirigieron durante lustros los designios de los países que se quedaron detrás del llamado telón de acero, una aberración más de una dictadura comunista que ha dejado la cifra de más de cien millones de muertos en nombre de gente tan ‘decente’ como Lenin, Stalin, o los Ceaucescu de toda la vida de Dios.
Al líder de Podemos, en una entrevista al alimón con otro de los podemitas caviar, Juan Carlos Monedero, decía y sostenía en 2013 que la caída del Muro de Berlín había sido una mala noticia para Europa, que justamente lo que había que conseguir es que el miedo cambiase de bando y que justo en ese momento los temibles empresarios iban a inocular el virus del capitalismo en Alemania Oriental, Rumanía, Checoslovaquia, Bulgaria o incluso, fíjense ustedes, en la mismísima URSS.
O sea, que para Iglesias lo admirable era que hubiese unos dirigentes que, manejando a su antojo al ejército, acribillasen a todo aquel que osara simplemente suspirar ante cualquier medida del régimen y no que la gente de esos países pudiera respirar libertad, saber lo que es la competitividad y no conformarse con la famosa y aguada sopa de col que prometía el comunismo para todo el mundo a cambio de que nadie tuviese la ocurrencia de emprender un negocio por su propia cuenta. Aquí todo para papá Estado y luego éste ya verá en qué modo reparte unas décimas porcentuales entre el hambriento pueblo.
Por estas cosas, y más que irán saliendo, Podemos es una opción tan caduca y tan peligrosa de votar como pudiera serlo el PCE de unos redivivos Santiago Carrillo y La Pasionaria. Aquí, señores, estamos hartos de ver como quienes pasaron por el paredón a cientos de miles de inocentes y fueron enterrados en Paracuellos vengan a darnos lecciones de democracia a los demás. Afortunadamente, sabemos qué males trajo el comunismo a una parte de Europa y no queremos que ese mal se instale en España. Al igual que, por supuesto, tampoco era de nuestro agrado el franquismo, especialmente por su falta de libertad, aunque es verdad que a diferencia de los de la hoz y el martillo, este país, desde 1939 a 1975 tuvo un desarrollo exponencial y abriéndose al mundo, pese a que los de siempre sigan denostando todo del Generalísimo y admirando al genocida de Stalin.
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