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Desde mi escaño

Para Iglesias el terrorista de Niza es un mero delincuente

Tiene a bien mi director en Periodista Digital, Alfonso Rojo, decir una frase muy sabia, “que cambiar el nombre de las cosas no modifica su naturaleza”. A un perro le puedes llamar gato si te apetece, pero al final el animal morderá y ladrará como un can porque eso es, por mucho que te empeñes en considerarlo un felino.

Y ese ejemplo de andar por casa vale perfectamente para el señor Pablo Iglesias, líder de Podemos, que ha salido a ilustrarnos con su habitual verborrea para decirnos que lo que sucedió en Niza, como lo que ocurrió en París o en Bruselas no puede entenderse dentro de un contexto bélico ni de una guerra. En otras palabras, que los autores de estas matanzas son simples delincuentes, que no se les puede tomar como terroristas. Y encima se queda tan orgulloso y tan campanudo con la reflexión de marras.

Iglesias es de los que pertenece a ese club de buenistas recalcitrantes que ven en cada encapuchado a un elemento digno de ser redimido de sus pecados mortales. El de Podemos ve una herriko taberna y enseguida comienza a soltar un discurso en defensa de los presos de ETA que te quedas patidifuso. Para él son gente de bien, personas que ya están perfectamente preparadas no sólo para integrarse en la vida civil, sino que alguien como Arnaldo Otegui, incluso, puede llegar a ocupar un puesto como lehendakari. Y claro, si los encapuchados etarras le ponen, más aún estos personajes que, chilaba cubre rostros totalmente, graban las decapitaciones y las suben a diferentes plataformas audiovisuales.

Mientras tengamos este insoportable buenismo por parte de unos políticos con nulas miras de Estado, mal nos va a ir. Al final es ponerse no sólo por debajo de los zapatos de quienes pueden pisotearnos, sino que acabamos haciendo bueno hasta al mismísimo Carod Rovira que tuvo la indecencia de pedirle a ETA que matase, pero que no lo hiciera en Cataluña. Sólo falta que vayan Carmena y Colau como enviadas de paz para pedir que no se mate en España a cambio, eso sí, de que nos convirtamos todos al Islam.

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