¡Cuántos Ángel Gabilondo hacen falta en nuestra política!
¡Qué falta nos haría en la política muchos Ángel Gabilondo! El líder del PSOE en la Asamblea de Madrid ha ofrecido en la inauguración del IV Curso Prensa y Poder, celebrado en el Colegio San Gabriel, una verdadera lección magistral de lo que debe ser un político, alguien con altura de miras, con visión global, pensando en el futuro y no sólo de cara a unas elecciones o una próxima investidura.
Gabilondo se siente muy orgulloso de defender sus ideas socialistas, pero no hace de las mismas una cuestión de honor cuando toca confrontar con la oposición o, en este caso, con el partido gobernante. Asegura, y no le falta un ápice de razón, que la verdadera democracia, cuando realmente hacemos grande a la política es cuando somos capaces de llegar a un acuerdo con los que piensan diferente a nosotros. Él lo reflejaba con un ejemplo meridiano, que lo que no se puede llamar acuerdo es a entenderte con aquel que piensa como tú. Eso no tiene mérito alguno.
Sin dar nombres, aunque a Gabilondo se le entendió absolutamente todo, dijo que lo que sobraba en política era gente incapaz de ser solvente, a personas que se creen en la posesión única de la verdad, en ser unos engreídos de tomo y lomo. No. A la política uno viene a trabajar por el bien de los ciudadanos, resolverle los problemas. De lo que no se trata es de soltarles un discurso prefabricado, frases que empalicen con el votante afín, pero que luego sean mero humo, mero juego de ilusionista.
Estoy convencido que con alguien como Ángel Gabilondo, a día de hoy (que diría el insustancial Pedro Sánchez) España ya tendría Gobierno, pero no ahora, sino desde que votamos un 20 de diciembre de 2015. Todos habrían sabido ceder, estaríamos gobernados por una gran coalición y, pónganle el cuño, también sería un Ejecutivo mucho más creíble. Si ahora se forma uno tras el 26 de junio de 2016 no será por auténtica convicción, sino por el miedo de los que bloquearon la vez anterior la conformación de un Ejecutivo a que les pasasen factura de unas terceras elecciones.
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