El papelón de Willy Toledo: bufón de la dictadura de los 'tiranocastrus'
Echa bilis por la boca porque, posiblemente, no sabe hacer otra cosa o es lo que le ordenan los comisarios de Fidel Castro para cobrar a fin de mes una generosa minuta de la dictadura cubana. Willy Toledo, ese señor que alguna vez fue actor y que ahora anda metido muy de lleno en el ridículo papel de ser bufón al servicio de La Habana, se ha cabreado como una mona porque un atleta de origen cubano, Orlando Ortega, haya corrido bajo la bandera de España y encima haya ganado la medalla de plata en los 110 metros vallas de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Para Toledo, fiel vigilante de las esencias dictatoriales de los hermanos ‘tiranosaurios’ de los Castro, resulta intolerable que este deportista haya renunciado a su nacionalidad, un país que, por ejemplo, tiene a sus atletas bajo un régimen de supervisión tan ‘higiénico como puede ser el de Corea del Norte o el de la extinta República Democrática Alemana, la RDA. Allí los que tienen que prepararse a conciencia no son los participantes en los JJ.OO, sino en el ejército de vigilantes que coloca la dictadura cubana para que nadie tenga la tentación de marcharse o de quedarse en el país que toque visitar.
Por eso, el actor llama “gusano y traidor” a Orlando Ortega y de pasa “miserable” a España. Asegura sin rubor que las autoridades deportivas españolas le olvidarán una vez pasen los Juegos. Tal vez, pero lo que seguro no va a suceder es que Ortega acabe pasando penurias o pueda ser entalegado por pensar de manera diferente. En Cuba ya sabemos que el pensamiento dominante y único es el que emana de la figura de los hermanos dictadores, los que hablan de una apertura que tiene tanto de democrática como las incursiones de Atila intentando dominar el mundo.
A Willy Toledo no le quedan más papeles, amén del higiénico de su casa, que interpretar y por eso ahora se postula como el máximo representante de las ‘bondades’ de esta dictadura que sigue oprimiendo y encarcelando a quienes piensan distinto. Si por el artista fuese, seguramente ya estaría diseñando un plan para meter a Orlando Ortega en el primer avión a La Habana y que fuese sometido a un juicio sumarísimo en el centro de la capital del país caribeño. Eso es lo que al trasnochado de Toledo le pone y le emociona, aunque bien que oculta y se guarda de decir la miseria existente en esa Cuba que se cae a pedazos sin que nadie sepa como exterminar a los ancianos dictadores.
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