Preocupante futuro para el Atlético de Madrid
Veo preocupante, sumamente preocupante, el futuro más inmediato del Club Atlético de Madrid. Dos empates frente a dos recién ascendidos, Alavés y Leganés, que dejan la sensación de que algo no funciona en este equipo y que, tal vez, empiecen a dar sentido o razón a las palabras expresadas espontáneamente por su entrenador, Diego Pablo Simeone, tras la final de Champions perdida frente al Real Madrid, en las que venía a decir que tal vez era un momento para plantearse ciertas cosas.
Como diría mi buen amigo y colega de profesión, amén de colchonero de adscripción, Luis Miguel Grandoso, tal vez los jugadores que llevan ya cuatro años dirigidos por el técnico argentino ya empiezan a no llevar bien eso de la exigencia diaria en el trabajo, de acabar exprimidos hasta la extenuación por el profesor Ortega e igual han encontrado una vía, una excusa ideal para ‘animar’ al míster a dejar el banquillo, la de no esforzarse al 100 por 100 en los partidos y dejar una imagen desastrosa ante entidades que acaban de llegar a Primera División y que en modo alguno hubieran soñado a priori con llevarse un valioso punto en esos enfrentamientos.
E insisto en que algo debe de haber al respecto porque otro que habló claro tras el partido ante el Leganés fue el francés Antoine Griezmann y dijo que “de seguir así, acabaremos peleando por el descenso”. A ver si el descanso producto del parón por los compromisos internacionales de España produce un vuelco a la situación en el club de la ribera del Manzanares, pero algo debe hacerse porque similares síntomas se dieron en el año del descenso, independientemente de intervenciones judiciales, y también había una plantilla sumamente competitiva.
Calendario en mano, al Atlético le toca afrontar dos salidas duras, en especial una de ellas, a Vigo y a Barcelona, recibe a un Sporting de Gijón y encima llega nada más y nada menos que la Champions League con un grupo exigente donde el Bayern de Munich va a exigir al cuadro madrileño estar alerta en todo momento para no llevarse un varapalo monumental a las primeras de cambio. Y esto no es pesimismo, es realismo en vena de quienes ya hemos sufrido auténticos cataclismos en forma de decepciones monumentales antes de que el mes de septiembre haya siquiera dicho adiós.
0 comentarios