La Justicia se ríe de las cinco muertas del Madrid Arena
De risa, cuando no directamente de burla carnavalesca. Lo de la Justicia en este país llamado España es un canto a la mofa y befa de las víctimas, Queda demostrado que, tras la ridícula sentencia por el caso Madrid Arena, aquí se puede cometer el mayor de los crímenes que es acabar de forma voluntaria o involuntaria con la vida humana que al final la pena resultante es para carcajearte si no fuera, verdaderamente, porque se le debe de guardar un respeto a las familias de Belén, María Teresa, Cristina, Rocío y Katia, las cinco jóvenes que se toparon con la muerte gracias a la incompetencia y ambición de un empresario, Miguel Ángel Flores, y de un sistema judicial que ampara a quien es responsable de estas muertes.
Sí, ahora, a poco más de un mes para que se celebre el cuarto aniversario de la famosa fiesta del Madrid Arena, el 1 de noviembre de 2012, llega casualmente una sentencia que para algunos juristas es impecable porque no cabía otra cosa dados los hechos juzgados. Es decir, aquí algunos tiran de corporativismo que expide un olor que echa para atrás. Sentencia ejemplar he llegado a escuchar en algún medio de comunicación. Sí, será ejemplar para el empresario, Miguel Ángel Flores, y responsables de seguridad que cumplirán entre dos y cuatro años de cárcel, además revisables y que despachan a cada una de las familias con 350.000 euros.
Luego pedirán que tengamos fe ciega en la Justicia. Pues miren, prefiero quedarme directamente sin vista antes que creer en nuestro sistema que emana de los tribunales. Ya no es que estemos hablando de una Justicia hecha por y para poderosos, sino que directamente ‘premia’ a quien mata a alguien, independientemente de la voluntariedad o no del acto, y en cambio se ceba con aquellos que roban en un supermercado para poder alimentar o dar de vestir a sus hijos.
Sencillamente, repugna todo esto y mucho más que nos vengan a hablar de una Justicia garantista. Sí, será garantista con quien comete los crímenes, porque las víctimas siempre están al socaire de un sorteo judicial donde te puede tocar el clásico magistrado veleta que va hacia donde le empuja el viento y, sobre todo, porque su carrera a veces depende de las sentencias que redacte y ya se sabe que con los poderosos pocas bromas.
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