Blogia
Desde mi escaño

Una niña de 12 años muere alcohólica perdida en un botellón y ahora todos se rasgan las vestiduras

¿Qué tiene que pasar en este país para que de una vez por todas nos tomemos en serio el gran problema que supone el consumo del alcohol entre los menores de edad? Da igual todas las prohibiciones y restricciones que se hacen a los establecimientos para que no vendan a menores de edad, exactamente da lo mismo que a las gasolineras se les prohiba vender bebidas alcohólicas a partir de las diez de la noche o que tiendas de ‘chinos’ también tengan esa misma prohibición. Sea como fuere, aquí las normas están para saltárselas o para buscarle un atajo por el que poder incumplir impunemente la legalidad vigente.

Y claro, luego pasa lo que pasa, que llega una tierna niña con sus solo doce años de vida y muere en un botellón en San Martín de la Vega (Madrid) tras ingerir hasta el mismísimo agua de los floreros. ¿Quién le proporcionó toda esa bebida que se tomó la menor hasta causarle un coma irreversible y acabar en resultado de muerte? Pues muy sencillo, los típicos amigos mayores de edad que hay en toda pandilla y que adquieren sin problema todo el alcohol que deseen. Total, y que nadie lo entienda como crítica, el establecimiento de turno no se hace responsable de lo que se haga con la compra una vez la hayas pagado y estés fuera del local.

Está claro que los controles para evitar que un niño tenga acceso a las bebidas alcohólicas han fallado por completo. Algo habrá que hacer al respecto, pero antes de irnos a lo general, vayamos a lo particular, que es depurar responsabilidades en el caso de esta niña fallecida. Que se incoen las diligencias necesarias y si en ese grupo había mayores de edad, pues que paguen con pena de cárcel y la sanción económica que esté contemplada para estos casos. Desgraciadamente, a la chica no la van a poder resucitar, pero este caso no puede quedar impune y debe servirnos para concienciarnos de una vez por todas que el alcohol no es ningún juego, aunque algunos lo tomen como tal.

Eso sí, tampoco obviemos la responsabilidad de unos padres que, ya me dirán ustedes, qué hacían tan tranquilamente en su casa a las tres de la mañana estando su hija entregándose a los placeres mortíferos del dios Baco. ¿Tan sociabilizado tenemos lo del botellón que creemos que es normal que una niña de 12 años esté jugándose la vida de esa manera tan absurda?

0 comentarios