Dejación de funciones de los padres de Laura, la niña de San Martín de la Vega muerta en un botellón
Dejación de funciones. Eso es lo que han hecho los padres de Laura, la menor de 12 años que falleció en el puente de Todos los Santos después de haber ingerido una más que abusiva cantidad de alcohol en un botellón en un descampado de San Martín de la Vega, en Madrid.
Y digo que esos progenitores de la pequeña han hecho dejación de funciones porque, entre los deberes de todo padre y madre que se precien, está la de encauzar y encarrilar la vida de su vástago de la mejor manera posible. Los niños son como ese árbol que empieza a crecer y al que, si no se le endereza, puede acabar torcido y tronchado a las primeras de cambio. Frente a la rebeldía de los adolescentes hay mecanismos sobrados para evitar y aplacar esas rebeliones. Y no me estoy refiriendo ni mucho menos a castigos corporales, pero sí a hacer ver al menor que su conducta mala debe tener consecuencias en forma, en estos casos, de no salir a la calle, privarle del móvil, la tablet o sin ver la televisión.
Sin embargo, nos hemos convertido en una sociedad acomodaticia donde tratar de educar a tu propio hijo se ha convertido en algo cansino y pretendemos que nos lo eduquen en la escuela. Y claro, pasa lo que pasa, que no nos vamos percatando de que ese niño va empapándose de signos externos que no siempre son los más convenientes y cuando te quieres dar cuenta te llaman a altas horas de la madrugada para decirte que tu adorada hija yace inerte en un centro sanitario víctima de haberse puesto hasta arriba de ron y de vodka.
Lo peor del caso es que la tragedia de Laura se veía venir. La propia policía llevó en dos ocasiones este año 2016 a la menor a casa de sus padres porque era tal el estado de embriaguez que no podía dar ni dos pasos. ¿Creen que alguien hizo algo al respecto? Nada. No quiero presuponer nada porque el drama de esos padres que pierden a una niña debe ser descomunal, pero está claro que no supieron o no quisiera reprobar su conducta y al final el dejar pasar un juego tan peligroso tiene sus consecuencias. Mortales e irreversibles.
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