La cabalgata de los Reyes Magos en Vic se inocula de la esquizofrenia separatista
La esquizofrenia separatista no conoce límites ni respeto alguno. Su voracidad es infinita y como el caballo de Atila, por donde pasa no vuelve a crecer la cordura. Prácticamente, han colonizado todos y casa uno de los espacios públicos catalanes. Desde los medios de comunicación, la sanidad, la educación, la justicia, la vida comercial. Todo, absolutamente todo, está impregnado de la pestilente fragancia independentista.
Pero, insisto, como estos auténticos caníbales del secesionismo no tienen freno ni moderación en su afán por engullirlo todo, ahora les ha dado por meterse de lleno con algo tan inocente como las cabalgatas de los Reyes Magos. A estos nazionalistas no se les ha ocurrido mejor idea que adoctrinar a los más pequeños para que se vayan dando cuenta de por dónde van los tiros y qué mejor escenario que el desfile de Melchor, Gaspar y Baltasar para hacer proselitismo de su chifladura política.
Vic, a estas horas, está siendo el foco de este experimento que lo hubiese suscrito el propio Mengele, y todo con el apoyo de la Generalitat de Cataluña, las asociaciones culturales separatistas habituales en este circo y, cómo no, con la difusión a bombo y platillo de la más que arruinada TV3. Una payasada difundida urbi et orbe por el universo catalán. Ya se sabe, a sitio pequeño, el palurdismo y el paletismo más recalcitrante brota como setas en pleno otoño.
Me da verdadera pena por los niños de Vic a los que instrumentalizan y abusan descaradamente. ¿Qué padre se atreverá a explicarle que los mamarrachos que desfilan hoy, 5 de enero de 2017, no son Sus Majestades de Oriente sino unos mamarrachos de tomo y lomo a los que también, dicho sea de paso, utiliza a su conveniencia el separatismo de los Cocomocho y compañía?
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