Los peligros de sacar a paseo a Maradona
Nadie, en su sano juicio, debería de contar con Diego Armando Maradona si es que aspira a que el acto a organizar salga a las mil maravillas. Este exfutbolista, tan bueno en los terrenos de juego como un auténtico patán en su ámbito privado, supone un peligro en cuanto lo sacas de su entorno. Es, y con perdón para los aludidos, como esos perros a los que mejor no sacar de casa sin antes haberles puesto un bozal y un buen collar para que no vaya dando dentelladas y ladridos.
Sí, Maradona fue invitado por el presidente del Nápoles, el señor De Laurentis, al partido de ida de octavos de final de la Champions League frente al Real Madrid en el Santiago Bernabéu, amén de disfrutar de una cena privada el día anterior en el Hotel Mirasierra y de la comida con los directivos merengues al día siguiente. Como no podía ser de otra manera, el astro argentino acabó montando el numerito sin asomo alguno de vergüenza ni tan siquiera el más mínimo hálito de arrepentimiento.
El mítico 10 de la selección de Argentina empezó su gloriosa ‘tournée’ por Madrid con amenazas veladas de ponerle la cara como un cromo a un periodista de la Cadena COPE, Ángel García. Posteriormente, movida de las gordas con su pareja en la habitación del hotel y con llamada de la dirección del recinto a la Policía. Finalmente, acabó ‘bañándose’ por completo con los ricos caldos de Zalacaín. Como diría José María García, se bebió hasta el agua de los floreros.
Estoy convencido de que si hubiese dependido de Florentino Pérez, semejante esperpento y desecho humano como es ahora mismo Maradona no hubiese ido ni a la comida oficial ni pisado el palco del Bernabéu, pero claro, era hacerle un feo a su homólogo del Nápoles y tampoco era cuestión de provocar un incendio institucional. Pero vamos, que Maradona salió tan perjudicado que estuvo a un tris de haberse quedado a dormir la mona en el hotel.
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