La libertad de Elon Musk y la mordaza de Pedro Sánchez
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El tipo, todo hay que decirlo, es excéntrico hasta decir basta. A ver, alguien que va a tomar posesión de la entonces conocida Twitter con un váter en la mano no parece que dé la imagen de alguien precisamente serio.
Pero lo cierto es que lo de Elon Musk, al igual que pasa con Donald Trump, no pasa de ser pura fachada. Apariencia estrambótica en lo formal, pero hechos contundentes y razonados en el fondo.
Porque Musk, por mucho que pueda parecer un payaso de circo, lo cierto es que a Twitter, ahora llamado X, le ha dado la vuelta como a un calcetín.
Se acabó la cultura de la cancelación, se terminó con el hecho de que hubiese unos verificadores de la izquierda que actuaban al estilo de la Santa Inquisición actuasen como chivatos y forzasen a los entonces dueños de la red social a bloquear esas cuentas que no decían amén a las ocurrencias de la progresía.
Por eso los comunistas y los progresistas están ahora que muerden porque Elon Musk ha acabado con esa dictadura del terror donde se censuraba en menos que cantaba un gallo a quien osara a criticar a Pedro Sánchez y a todos su acólitos a nivel mundial.
Ahora solo les queda mostrar su pataleta y decir que se marchan de esa red social. Pero lo hacen a medias. Y basta ver el ejemplo de Yolanda Díaz, la líder de Sumar. Anuncia su marcha, pero mantiene su perfil, dando una nueva muestra más de la ‘coherencia’ que adorna a los políticos y comunicadores socialcomunistas.
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