El pollo de Mercadona, la desidia profesional y los desinformados en las redes

No les voy a aburrir porque el post en las redes sociales ha dado más vueltas al Mundo que el Juan Sebastián Elcano.
Pero lo cierto es que el famoso episodio de la dependienta de la sección de comidas preparadas de la tienda que Mercadona tiene en el barrio de La Albericia, en Santander, con su negativa a cuartear el pollo asado como se ha venido haciendo tradicionalmente deja bien a las claras que en España tenemos varios problemas.
El primero es la dejadez o la desidia que se ha instalado en nuestra sociedad. Nos hemos acostumbrado a la ley del mínimo esfuerzo, a tratar de escatimarle minutos a nuestro trabajo. Cierto es que hay empresas que cortan personal y, en esos casos, no se puede pedir más a quienes se quedan sacando adelante el ’barco’.
Pero en el caso de Mercadona no. La empresa de Juan Roig lleva como norma el lema de la ’Cultura del esfuerzo’, que empieza por él mismo, no solo abriendo tiendas por doquier, sino además generando decenas de miles de puestos de trabajo y con unas condiciones laborales y salariales dignas de encomio.
Por eso, aunque una pléyade de desinformados crean que al dueño de Mercadona le puede importar una higa que una trabajadora no haya cumplido con su cometido o, peor aún, le haya tomado el pelo a un cliente, lo cierto es que nada más lejos de la realidad. El empresario valenciano siempre ha considerado al cliente como el "verdadero jefe".Y otro de los grandes estigmas que tenemos en nuestra querida España es la supina estupidez que circula por las redes sociales. Entre otras cosas, por la falta de comprensión lectora de quienes van como un rebaño a comentar haciendo seguidismo de los demás sin pararse en hacer una lectura más a fondo.
Aquí nadie ha pedido que a la trabajadora se le despida, pero sí que por parte de los responsables de la tienda o de los responsables de Mercadona se le dé un toque a la misma o al propio establecimiento. Lo que no se denuncia, lo que no se reclama, queda en el limbo y la práctica irregular seguirá in crescendo. Pero algunos prefieren hacer el papel de perfecto troll y aplaudir que una profesional no haga lo que tiene que hacer. Máxime cuando en esa tienda siempre se ha cortado el pollo recién salido del horno si así lo pedía el cliente.
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