La Esperanza del PP
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, junto a una delegación madrileña de empresarios, salió ilesa de un brutal ataque terrorista en un lujoso hotel de Bombay. Los sanguinarios miembros de Al Qaeda pretendían cometer una masacre de cientos o miles de personas, como ya lo han hecho en otros lugares del planeta, pero en esta ocasión sus planes quedarons desbaratados casi por completo. Desgraciadamente, no del todo, porque hubo algún muerto, pero al menos se evitó una matanza atroz. Sin embargo, el buscalíos del PSOE, el señor Blanco, ya ha encontrado la manera de que se hable de la supuesta cobardía de la política del PP, en vez de condenar este nuevo acto de terrorismo.
A juicio del bachiller Blanco, poco menos que es deleznable que la presidenta de Madrid haya optado por un sálvase quien pueda ante este atentado. Claro, señor socialista solidario, lo que tendría que haber hecho Esperanza Aguirre era pararse a reflexionar cinco minutos, trata de sacar a todos los huéspedes de las habitaciones y salir todos juntos del hotel. Seguro que los terroristas hubieran depuesto su actitud y habrían permitido la salida pacífica de todos los ocupantes del recinto. Después, que se liasen a tiros contra el mobiliario o se pusieran tibios de alcohol en los minibares.
La verdad es que las ideas de Blanco y otros dirigentes de la sede de Ferraz ya no sorprenden a nadie, por muy disparatadas que sean. Lo que resulta curioso es que de un tiempo a esta parte la hayan tomado con la señora Aguirre, y ahí están las hemerotecas para certificar que no es el primer ataque verbal que recibe, como el pronunciado por la ministra de Fomento, la señora Álvarez, quien aseguró que la presidenta madrileña estaría muy bien colgada de una catenaria o colocada en unos raíles. ¿El motivo de este pin pan pun? Pues está claro, su evidente gancho electoral, arrasando en la Comunidad de Madrid y siendo una de las líderes del Partido Popular mejor valoradas y clara alternativa a derrotar a Rodríguez Zapatero. Es obvio que en el PSOE asumen que un cambio de líder en la sede de Génova implicaría el fin de la política de guante de seda que predica el señor Rajoy. Aguirre encarna los valores de una derecha moderna, pero que no pierde de vista los valores tradicionales por los que se rige nuestra sociedad. Los actuales gobernantes viven cómodamente con un líder de la oposición con pocas ganas de mojarse en los principales asuntos de Estado. Por eso, para muchos ciudadanos, saben que la esperanza de que este país pueda volver a ser respetado por las grandes naciones se apellida Aguirre.
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