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Desde mi escaño

Benítez, el proyecto antes que los colores

Benítez, el proyecto antes que los colores

El actual entrenador del Liverpool, Rafa Benítez, que estaba entre las quinielas de los posibles candidatos a ocupar la presidencia del Real Madrid como su técnico de banderín de enganche, ha optado por renovar hasta el 2014 por los reds, dejando claro que Spain is different, sobre todo el balompié, y que los cantos de sirena de algún presidenciable sobre proyectos de cuatro años tiene menos fuste que la casa de papel de uno de los tres cerditos del cuento. Sí, aunque sin querer dar públicamente el nombre, el señor Martínez Bravo, uno de los que se postulan a luchar por la poltrona merengue con Florentino Pérez, había anunciado su intención de contratar a un preparador para cuatro años, independientemente de los resultados. Como declaración de intenciones queda muy bien, pero todos sabemos como funciona la Liga en España y que a las primeras de cambio, en cuanto vengan mal dadas, los proyectos se van al piso, algo así como lo que solía hacer el malogrado Jesús Gil y Gil con sus entrenadores. Alguno no llegó ni a empezar ’su’ proyecto.

Benítez, con su decisión, demuestra, una vez más, que se trata de uno de los técnicos más inteligentes que existen en el panorama actual. Jamás ha jugado con ningún club, a ninguno lo ha dejado en la estacada y ha sabido marcharse cuando el contexto así lo mandaba. Todos sabemos que en el Tenerife recibió más de un tirón de orejas, especialmente por parte de la entidad, y cuando la directiva quiso renovarle, el preparador ya había alcanzado un acuerdo con el Valencia. Tres años en la ciudad del Turia fueron suficientes para enlazar tres títulos, dos Ligas y una UEFA, y luego mandarse a mudar a la tierra de los Beattles porque, aunque nadie lo crea, también a Rafa le negaron el pan y la sal desde el primer día. Es más, decide aceptar la oferta del Liverpool cuando ve que su presidente, Jaime Ortí, seguía sacándole de sus casillas trayéndole jugadores que no había pedido. Benítez supo definirlo de una manera brillante: "Pido un armario y me traen una mesilla de noche". Así, desde luego, no hay quien pueda proyectar nada siquiera a corto plazo.

Tampoco es que Benítez lo haya pasado bien en tierras inglesas, pero al final ha sabido luchar contra los elementos y los dirigentes de allí, que saben como jugarse los cuartos, no han permitido que nadie ningunee al entrenador madrileño. Es más, desde el primer momento ha contado con el apoyo más importante, el de la afición. Ha sabido confeccionar planteles competitivos a pesar de contar con menos recursos que los más grandes de la Premier, Chelsea y Manchester United. El resultado no pudo ser más fértil, con presencias continuadas en la Champions, llegando a ganar una final al Milán después de remontar un 3-0 al descanso, sí, ese equipo de un tal Ancelotti al que quieren de entrenador para el Real Madrid. Los directivos de los reds no han tenido dudas, saben que el éxito se logra con una estabilidad a largo plazo y todo empieza por el inquilino del banquillo. Si el Manchester lleva más de dos décadas con sir Alex Ferguson al frente de la nave de los diablos rojos, con un saco de títulos ganados tras varios años de sequía, ¿por qué el resultado no puede ser el mismo en la sede de Anfield?

Desde luego, es una envidia todo aquel que pueda recaer en la Premier, sobre todo si se es técnico. Salvo arribistas, tipo Abramovich, al que parece que ganar la Champions le ciega y deja que aflore su impaciencia hasta tal punto de no respetar los contratos de los técnicos que tiene contratados (Ranieri, Mourinho, Grandt o Scolari), el resto de equipos de la liga inglesa suelen mostrar el máximo respeto por lo que hacen sus técnicos, sabedores de que la continuidad suele ser garantía de éxito, justo lo contrario de lo que pasa en España. Excepciones ha habido, pero muy pocas, como la de Irureta al mando del Deportivo, donde permaneció seis/siete temporadas; Johan Cruyff, en el Barcelona, con ocho campañas y, ahora, Pellegrini en el Villarreal, con cinco años ya en el banquillo amarillo, pero no suele ser la norma que abunde en nuestro fútbol patrio. Lo del malogrado Miguel Muñoz, con quince años de técnico merengue queda ya muy alejado de nuestra memoria colectiva.

1 comentario

Máximo Medina -

No dejo de reconocer que Benítez es un buen entrenador, pero no entra en mis gustos futbolísticos. Es el típico técnico resultadista. ¿Quiere usted ganar un partido?, llame uste a este señor que seguro que lo conseguirá. ¿Quiere usted espectáculo?, olvídese, porque ese extremo no entra en sus planes. Con una buena retaguardia y un par de delanteros habilidosos, Benírez puede hacer virguerías, pero el fútbol es algo más. Él le quita la pasión y el resto de emociones y lo mira como un trabajo donde se trata de explotar las debilidades del rival, si las tiene. Contra equipos italianos es como si se mirara en un espejo. Por último, Madrid y Barcelona le parecen vetados... salvo que cambien de filosofía, porque la única que vale es la de él.