Un año de sufrimiento y sin respuestas claras
Un año, 365 días han tardado los expertos en dictaminar las posibles y casi seguras causas del accidente de aviación más importante que hemos sufrido en España en los últimos tiempos. Cuando se cumple el primer aniversario del accidente del MD-82 de Spanair que se llevó para siempre la vida de 154 pasajeros y que dejó un perpetuo dolor a sus familiares y amigos, es ahora cuando se dan a conocer unos informes que, sin ser técnico, permítanme que ironice sobre ellos. No es para reírse, porque evidentemente esta tragedia no permite ni esbozar una leve sonrisa de indignación, pero creo que es muy poco serio que después de todos estos meses de trabajo se dé por bueno que hubo tres causas, dos achacables al error humano y otra a la técnica.
No me gustaría estar, desde luego, en el pellejo de esas familias que perdieron a seres queridos en ese vuelo del 20 de agosto y que unía la capital de España con Gran Canaria porque aparte del dolor y de los duros recuerdos que se les vienen en estas fechas con más crudeza si cabe a la mente, empiezan a ver con cierta desesperación como también se pretende sacar tajada de un estudio, de unos análisis, por parte de la compañía constructora del avión.
Y es que, desgraciadamente, según varios reportajes que he leído en diversos medios de comunicación al respecto de las tragedias aéreas, no es lo mismo la compensación que puedan recibir los familiares si se tratase de un fallo humano o si el erro hubiera que imputárselo a la empresa que se encargó de construir la aeronave. Las cuantías de las indemnizaciones se reducen bastante en el primer caso y eso es lo que parece que se busca, tratar de limitar al máximo la responsabilidad de McDonell Douglas y, en cambio, echarle (perdón por el paralelismo) el muerto a los pilotos, que encima fallecieron en el accidente. No, no es de recibo y espero que la presión de la multinacional norteamericana no esté influyendo a quienes tienen que redactar las conclusiones de esta catástrofe.
A fin de cuentas lo que hay que tener claro es que ni todos los millones del mundo podrán aliviar lo más mínimo la pérdida de esas 154 personas, que ninguno de esos familiares, de esos amigos que han perdido a ese ser querido piensan siquiera un momento en cuánto podrían obtener por esta desgracia. Pero una cosa es creer que esta gente es buena de sentimiento y otra muy diferente es tratar de mercadear y de regatear con el dolor. Aquí no tendría que haber dobles varas de medir y estar discerniendo a estas alturas de la película si la culpa fue de A o fue de B. Páguese y tratemos, en la medida de lo posible, de hacer más fácil la vida a estas personas. Seguro que nos lo agradecen desde lo más profundo de su corazón.
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Máximo Medina -