Huir del terror castrista
Georvis Elías Sayus, Grismay Paumier, Taylor García y Geofry Silvestre son los cuatro jugadores de la Selección Cubana de Baloncesto que, después del amistoso disputado en Gran Canaria frente al combinado español, decidieron no acudir junto al resto de la expedición caribeño. No sé si será oportuno hablar de deserción, pero tiene toda la pinta de ello. Lo que sí parece estar claro es que estos deportistas no están dispuestos a aguantar un solo segundo más la tiranía a la que se ven sometidos día tras día en esa 'paradisíaca' isla de Cuba, con los hermanos Castro como carceleros perpetuos y con menos ganas de entrar por el aro democrático que un talibán con deseos de reconvertirse al Cristianismo.
El problema que pueden tener ahora estos baloncestistas es que España, con tal de no desairar a uno de los pocos amigos internacionales que tiene en el Mundo, puede ser que les deniegue cualquier posibilidad de asilo o que se les dé la categoría de refugiados. Todos sabemos como se las gastan en la nación caribeña y esos jugadores ya son carne de cañón en el caso de regresar a la isla. Por esta razón, Cuba no es muy partidaria de realizar excesivas expediciones para competir en torneos de corte amistoso, para evitar precisamente estas huidas o deserciones. De todas maneras, para evitar tentaciones de escapada, los deportistas suelen ir perfectamente acompañados de unos guardas o comisarios políticos que se conocen al dedillo el manual de detención del desertor y no dudan en aplicarlo a la más pequeña ocasión.
Lo que ha sucedido con estos jugadores me recuerda en gran medida a una anécdota que viví a finales de 1995 en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Laguna, enclavada entonces en el Seminario. Vino un periodista del único medio de papel que existe en Cuba, Gramma, para impartir una conferencia y luego el posterior coloquio. Pues bien, este profesional vino perfectamente custodiado por dos 'perros políticos' del régimen y no sólo no le dejaban un momento de tranquilidad, sino que encima el supuesto contraste de ideas y de pareceres entre el periodista y los alumnos se limitó a una defensa patética de que en Cuba había libertad de expresión, dijera quien lo dijera. Estoy convencido de que ese periodista, cuyo nombre lamento no recordar, tuvo que tragar quina para traicionar los principios puros de esta bella profesión, pero es que no le quedaba de otra, con aquellos dos gorilas tomando nota de todo. Por eso no me extraña que quien tenga oportunidad de zafarse de las 'excelencias' castristas, lo haga sin dudar, tal y como han hecho Georvis Elías Sayus, Grismay Paumier, Taylor García y Geofry Silvestre.
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Máximo Medina -