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Desde mi escaño

Lo de Berlusconi, Bono y Rosa Díez

Lo de Berlusconi, Bono y Rosa Díez

El mandatario italiano, Silvio Berlusconi, sufrió hace una semana una brutal agresión por parte de un supuesto perturbado mental que acertó a darle en plena rostro con una especie de estatuilla o de figura que le hizo un daño considerable, amén del riesgo que podía haber corrido el político de que el golpe le causara daños cerebrales de consecuencia. Afortunadamente, el líder se recupera en su mansión (no sé si con señoritas o sin ella) y ahora habrá que investigar a fondo quién ha estado detrás de este acto, porque parece evidente que este individuo no actuó solo.

 

Eso sí, quiero dejar sentado que a mí el llamado Il Cavaliere no me cae nada bien. Considero que se trata de una persona con un exceso de protagonismo, que tiene demasiado poder en todos los ámbitos y que ha hecho demasiada obstentación de su lujo y de su lujuria. Aquellas bacanales en su flamante Villa Certosa, que dieron la vuelta al Mundo, definieron con precisión a un personaje que está acostumbrado a moverse con actitudes demasiado chulescas, dando a entender que él es el amo de todo y, por si fuera poco, se ha permitido hacer chistes y chascarrillos de dudoso gusto sobre otros líderes mundiales. Sin embargo, todo ello no justifica la agresión porque, si así fuera, mañana cualquier zumbado puede hacer lo mismo con Zapatero, Obama o Sarkozy. Si alguien no nos gusta, pues nada, la democracia nos da el derecho de votar a otra persona y, de coincidir con el sentir general, pues nada, se le saca vía urnas de la poltrona.

 

Lo que me ha sorprendido, especialmente en España, es que no haya habido una especie de respaldo gubernamental, un cierre de filas con respecto al golpe recibido por Berlusconi. Sí, ya sabemos que aquí, máxime en el sector socialista, no es que caiga especialmente el italiano, pero al menos, con tal de darle una capa de barniz, hubiera bastado con la simple declaración de condena. Pero no, la callada por respuesta y, de propina, más de uno se habrá hasta alegrado de que al máximo exponente de la derecha transalpina le haya sucedido este contratiempo.

 

Eso contrasta, por ejemplo, con un chusco capítulo acontecido en España hace cinco años, cuando la no agresión a José Bono y Rosa Díez. ¿Se acuerdan ustedes de la maquinaria que puso en marcha el PSOE hablando del PP y de los militantes mamporreros? Aquello duró hasta que se demostró que los policías tuvieron que proceder a la detención de dos simples ciudadanos por órdenes del entonces ministro de Defensa. Pero no le hicieron nada, ni a él, que bastante cuento tiene, ni a la falsaria que hoy lidera la dudosamente democrática UPyD (no lo digo yo, sino los militantes que, a chorros, se han dado de baja en la formación. Pero vamos, que el asunto era sobre un supuesto estacazo que quedó desmontado, por mucho que Rubalcaba, el que te la clava, premiase a los agentes con una medalla…sería a la invención espontánea, supongo.

1 comentario

Máximo Medina -

Lo de las agresiones a líderes políticos es algo cuando menos insólito. Tienen toda la policía y efectivos de seguridad (incluso privados) a sus órdenes y aún así algún desequlibrado logra atizarles cuando menos se lo esperan. Si con esa protección, la máxima, son alcanzados, es que algo está fallando en el sistema de estos individuos. Pero queda otra cuestión incluso más importante. ¿Por qué son agredidos los representantes políticos? Quizás porque han dejado de representarnos a nosotros para hacerlo de las grandes corporaciones y empresas multinacionales. No sé si se habrán dado cuenta, pero hace ya mucho tiempo que los políticos no legislan a favor del pueblo, sino a favor del Estado. Obviamente, se supone que el Estado somos todos y no, aquí es donde falla el enunciado. Somos Estado cuando todos aportamos algo a él, en caso contrario pasamos a ser una carga, incluso pesada si tenemos derechos a prestaciones que previamente habíamos pagado antes. Los políticos piensan en el Estado, no en nosotros. Eso sí, si nosotros desaparecemos de la ecuación, ¿qué es el Estado? ¿Un ente fantasmagórico que sólo procura recaudar más de lo que gasta para no incurrir en déficit? Si es de esta forma, estamos listos.