En defensa parcial de los controladores
El ministro de Fomento, el señor José Blanco, no ha tenido mejor ocurrencia que lanzarse a degüello contra los controladores aéreos y amenazar con una medida bastante cuestionable, la de empezar a erradicarlos en aquellos aeropuertos con menos de 50 operaciones diarias. A su juicio, este colectivo, después de la huelga encubierta que realizaron durante el comienzo de las pasadas Navidades, cobra demasiado dinero y entiende Blanco que hay que empezar a igualar los sueldos de los especialistas españoles con los controladores del resto de la Unión Europea (eso sí, en la destrucción de empleo no sólo no nos equiparamos, sino que además somos los campeones y con proyección de seguir siéndolo durante los próximos años).
El responsable de Fomento, al igual que suelen hacer muchos otros en sus cargos, enseguida va a la raíz falsa del problema, la cuestión pecuniaria. Bueno, de acuerdo, el salario que cobran estos empleados encargados de controlar el espacio aéreo resulta muy elevado. Esos 300.000 euros de media anual, que en algunos casos concretos se pueden elevar al doble o incluso al triple son todo un atractivo visto desde fuera, pero también hay que decir que se merecen ese sueldo porque, al margen de todas las aptitudes que han tenido que demostrar y las durísimas pruebas de capacitación y selección, antes de acceder al puesto tienen año y medio de prácticas y, en el caso de tener un informe desfavorable, todo lo hecho anteriormente se reduce a la nada. Dicho con otras palabras, se quedan sin puesto de trabajo.
Y no es por ser demagogo, pero, ¿acaso no cobra cualquier pedorro o pedorra un pastón en una sola noche por ir a contar sus miserias a la televisión? ¿o qué aportan y reportan esos futbolistas que perciben una abultada nómina por sólo 90 minutos de trabajo oficial cada domingo y otros tantos suplementarios en las competiciones de Copa del Rey o en Europa los miércoles? Señores, que sólo hay 2.400 controladores y si hacemos un promedio de 300.000 euros por puesto, el gasto se eleva a 720.000.000 euros al año. Posiblemente, estamos hablando de uno de los colectivos mejor preparados de este país y aunque podamos entender que son sueldos casi insultantes, máxime en estos tiempos de crisis, ¿qué precio se le puede poner a controlar el tráfico aéreo y evitar que sucedan catástrofes?
Pues bien, aquí mi amigo el ministro de Fomento sí que es capaz de ponerle una cifra al asunto y es la de eliminar progresivamente a estos controladores por una serie de ordenadores que harían sus funciones. Ahora bien, digo yo que habrá que invertir una pasta en esas maquinitas y en personal cualificado para el manejo y mantenimiento de las mismas y, como sucede con todo lo que afecta a la tecnología, ¿alguien puede garantizar que de repente el aparato no dé problemas? Por lo pronto, la idea de Blanco es llevar esta experiencia piloto a aeropuertos de escasas operaciones como La Gomera, El Hierro o La Palma. Esperemos que aquí, en este caso la Comunidad Autónoma de Canarias, le ponga un freno a las pretensiones ministeriales y que se dedique a hacer las pruebas pertinentes en su casa de Palas del Rei. Lo que realmente debería preocuparle al señor Blanco es que hay pocos controladores y, en todo caso, regular esa especie de huelgas soterradas que han realizado y que han fastidiado sus vacaciones a una gran parte de los pasajeros que en los primeros días de Navidad tenían intenciones de volar. Ahí sí que se agradecería una regulación.
2 comentarios
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Máximo Medina -