Willy, ese demócrata
El ínclito actor Guillermo Toledo, más conocido en el mundo de la interpretación como Willy Toledo, no ha tenido el más mínimo reparo a la hora de tildar de delincuente a la penúltima víctima de la tiranía castrista, Orlando Zapata. El fundador del sindicato de los cejateros y uno de los componentes de Animalario (buen nombre para alguien que se comporta como un ídem) considera que este señor no era más que un mero alborotador, alguien digno de haber sido encarcelado y torturado por los esbirros de los hermanos Castro. Vamos, que sólo le ha faltado decir al abyecto Toledo que Cuba es, a día de hoy, un régimen ideal, el espejo de la democracia y en donde todas las naciones deberían de mirarse. Un poco más, digo yo, y la ONU está tardando en construir su nueva sede en El Malecón de La Habana. Por supuesto, las reacciones no se han hecho esperar por parte de quienes tienen un mínimo de decencia y han manifestado que no se puede esperar mucho más de un pseudoartista que, al igual que otros miembros del sindicato o del clan de la ceja, vuelven a dar prioridad a la política antes que a los derechos humanos. Por ejemplo, el tal Willy no dudó en volar a Lanzarote para reclamar una solución digna en el caso de la ¿huelga de hambre? de la activista saharaui Aminatou Haidar. Sin embargo, cuando se trata de disidentes al actual gobierno cubano, Toledo y otros de la pandilla ahuecan el ala, bajan la voz hasta quedar autoamordazados y sólo salen a la palestra para tildar a Zapata de delincuente. Es evidente que estos señores no están a favor de los derechos humanos, sino que distinguen perfectamente entre regímenes de derechas y de izquierdas y con estos últimos, no hay duda, parecen llevarse a la perfección. De todas maneras, a estas alturas de la película (nunca mejor dicho) tampoco vamos a sorprendernos en exceso por las salidas de pata de banco del grupo de los Toledo, Bardem, Cruz, Almodóvar, etcétera, etcétera. No se puede esperar gran cosa de un grupo de titiriteros que jamás han puesto el grito en el cielo por los asesinatos de la banda terrorista ETA o que ahora, sospechosamente, parecen haber olvidado en sus lujosas mansiones las chapitas y pegatinas del No a la guerra. Su único interés estriba en mantener las cuantiosas subvenciones otorgadas generosamente por ZParo y mientras la mamandurria no se acabe, la generosidad de los cejateros será ilimitada, sobre todo porque son conscientes de que el único dinero, al menos el caudal principal, entrará por la vía del cheque gubernamental. El público está muy escarmentado y tiene dos razones de peso para no ir a ver sus bodrios cinematográficos, primero por su mala calidad y, en segundo lugar, porque se han dedicado a insultar, mancillar y desprestigiar a todos aquellos que no son de su cuerda. Normal que el cine español fracase, más que nada porque está politizado y muy inclinado a la izquierda.
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Máximo Medina -