Tomadura de pelo a La Laguna
La renovación de la catedral de La Laguna deberá esperar el sueño de los justos (o de los injustos) porque no hay perras para proseguir con las obras que ya estaban pactadas con el Ministerio de Cultura. Resulta que los responsables del Cabildo catedralicio de Aguere han visto con horror y desagradable sorpresa que los dineros prometidos por el ente que ahora presidente la cejatera González Sinde sólo han sido un compromiso verbal, que en realidad no existe una ficha financiera que esgrimir y que enarbolar ante los politicastros que ahora gobiernan en Madrid. Total, deben pensar algunos en la capital de España, el tema de una catedral más o un convento menos nos da lo mismo, si somos más ateos que Carlos Marx. Desde luego, podría ser una razón a tener en cuenta, pero no tiene ni mucho menos el peso específico que el verdadero argumento, la falta real de presupuesto para continuar los trabajos en un templo que ya lleva muchos años aguardando por una reforma integral tan perentoria como necesaria.
De todas maneras, no toda la culpa se la ha de llevar una ministra inactiva como es la señora Sinde, sino que también nuestros representantes tinerfeños en el Congreso y Senado tienen una parte alicuota de responsabilidad a la hora de que se nos tome el pelo con relación a la catedral de La Laguna. La diputada de Coalición Canaria en la Cámara Baja Ana Oramas, muy lista y avispada para respaldar la subida del IVA, no anda tan viva y tan ágil para presionar al Gobierno de España a la hora de que se consignen y se destinen los euros necesarios para las obras del templo de la Ciudad de los Adelantados. Obviamente, ni que decir tiene que los diputados y senadores del PP han reclamado por activa y por pasiva que se dote de partida presupuestaria real este asunto, pero obviamente, como en el 99% de las propuestas presentadas por los conservadoras, sus mociones son matemáticamente derribadas.
En fin, ahora viene 2011, elecciones locales y regionales, y todo serán buenas palabras y promesas de acabar la inconclusa reforma catedralicia. Sin embargo, constatado ha quedado, nadie podrá creer al Ministerio de Cultura hasta que no haya un documento firmado, sellado, rubricado y hasta avalado por 20 notarios. Los laguneros, los tinerfeños y, por qué no decirlo, todos los amantes del patrimonio observan con preocupación como una de las joyas de nuestro arte sacro se puede venir abajo por la manifiesta Incompetencia de unos políticos que están de paso en sus mullidos sillones y mesas de despacho de caoba. Al final, no lo duden, tendrá que ser la voluntad popular, las cuestaciones voluntarias, las que proporcionen las perras que desde Madrid se nos niegan,
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Máximo Medina -