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Desde mi escaño

100.000 euros de multa por ser normales

100.000 euros de multa por ser normales

El Ministerio de Industria, como no tiene mejores cosas que hacer, ha optado por meterle una multa de tomo y lomo a Intereconomía por la emisión de un spot en el que, según los entendidos en la materia, ridiculizaba la fiesta del orgullo gay. En síntesis, lo que ha molestado es que la cadena incluyese la coletilla de que ellos celebraban los 364 días de la gente normal. Y sí, puede ser un vídeo que hiere sensibilidades, pero las de las personas que nos consideramos normales. Ver a locas disfrazadas de no sé qué aparataje, a especímenes gritándole a Rajoy que se joda que se casaban hoy y no sé que otras burradas supone, sin duda, una visión degradada de lo que no es la población española, ni siquiera representan a quienes dicen defender, el colectivo de gays, lesbianas y transexuales.

En España hace años que dejamos atrás, afortunadamente, la catatonia golpista de Franco. Los homosexuales han ido cobrando un protagonismo fundamental en la sociedad y hoy en día nadie se impresiona por ver a dos mujeres o a dos hombres cogidos de la mano. Otra cosa es que, al igual que las parejas heterosexuales, se pongan a dar el numerito en plena vía pública, que es en realidad lo que hacen durante la fiesta del orgullo gay, donde se dedican a pasear todas sus desvergüenzas sin ponerse colorados.

Lo peor de todo es que estos llamados defensores de los derechos de los homosexuales se creen que todo se resuelve con una fiesta anual, con un carnaval colorista y grotesco. Nada de eso. Eso no es velar por los intereses de ningún colectivo. Es reírse de ellos y fruto de ello es que hasta un reconocido gay como Jesús Vázquez ya ha advertido que está harto de sentirse la maricona oficial y que no está de acuerdo con la payasada en la que se ha convertido la fiesta de marras.

Los derechos de los homosexuales, como los de cualquier otro grupo, se defienden con un trabajo del día a día. Si los gays se pueden llegar a sentir discriminados es, precisamente, por actos como los del pasado fin de semana. El juez Marlaska, otro gay declarado, no va por ahí mostrando sus tendencias sexuales. En realidad, cualquier persona con un mínimo de coherencia no va dando la nota sobre sus inclinaciones. El problema es que cuatro progres, con tal de cautivar el voto de los gays, son capaces de montar fiesta de plumas y colorines y consideran que ya han cumplido con el deber de apoyar su causa. Pues están equivocados, pero claro, la culpa de la homofobia, según su criterio, la tiene Intereconomía, no sus meteduras de patas continuas y constantes. ¡Habrase visto!

4 comentarios

Beatriz Ruipérez -

El tal Miguel este es un mono que se escapó del zoo, y no el colectivo gay. Estoy de acuerdo, que dejen de subvencionar los festejos del día del orgullo gay (paradójicamente en Madrid los financia el PP, un duro golpe para los ultraconservadores y los fascistas, ¿no, Miguel?), así como la cabalgata de los Reyes Magos, que solo crean falsas expectativas, pues, que lo sepas, Miguel, los Reyes son los padres, y el festejo militar absurdo del 12 de octubre, que sacan a las cabras, no solo la de la legión, y gastan un dineral en demostrar que nuestros fracasados del sistema educativo están muy bien de verde y en Irak, si el PP quiere (¿es tu caso, Miguel?).
Lamentable las opiniones de los dictadores que estipulan cómo debe manifestar cada uno su orientación sexual. ¿La deportiva también? ¿Por qué no nos quejamos de la fiesta que se armó en plena crisis por la victoria de La Roja? ¿Eso no es un circo? No, claro, eso es el honor y el triunfo de la patria, y si me auran sé quién sacaría de nuevo el aguilucho para pegarlo en la bandera... A los que no les guste, que se queden en casa. España es un país aconfesional, pero a ver qué pasaría si en Semana Santa apareciese un anuncio que dijera: 364 días de procesiones para la gente normal. No, no, cómo va a ser eso, la religión no me la toques, que somos de Rouco.
Los que se creen normales, como el título de esta entrada, y creen que los homosexuales no, ya saben dónde deberían acabar: ante la justicia. No hay que ser juez del Supremo para saber que es discriminación por homofobia lo que hizo Intereconomía y lo que se lee aquí. Pero para algunos España sigue siendo católica, franquista, machista y completamente heterosexual.
Qué vergüenza y qué asco.

Miguel -

Efectivamente me parece la multa a Intereconomía más una maniobra política capta-votos que la defensa justa del colectivo gay. Triste y lamentable es la imagen que dan de este colectivo los cuatro payasos que montan el "show" del orgullo gay. Lo único que logran es desprestigiarlos y presentarlos ante la sociedad como un circo de monos y depravados. Por favor, ya basta de machangadas. Si realmente quieren una sociedad plural respecto a la sexualidad, con respeto, tolerancia e igualdad de oportunidades, dejen de subvencionar a esa cabalgata de frikies anual.

Máximo Medina -

Las inclinaciones sexuales de cada cual deben ser privadas, así se consagra en cualquier democracia estable de este mundo, pero en España, con los progres en el poder (justo los mismos que nos están arruinando), nos encontramos que ser 'diferente' debe ser estimulado. Pero vamos a ver, ¿qué hay de disinto entre homosexuales o heterosexuales? ¿Alguno de los dos deja de ser persona por ello? Las preguntas deben ser constatadas con un no rotundo, pero lo que no me esperaba es que el Ministerio de Industria (en pleno régimen de libertades) actuara ahora de censor de contenidos y revisador de campañas. Puede que Intereconomía tenga su 'línea editorial' y no le gusten los gays, que lo dudo, pero de ahí a que le multen (o intenten sancionarle, que la cosa no está muy clara) va mucho trecho. En este país, el imperio de la ley es quien defiende a los ciudadanos y si alguien se ha sentido ofendido por los anuncios difundidos por la cadena televisiva, que vaya al juzgado de guardia más cercano y presente la correspondiente denuncia. Luego el tribunal dará o quitará razones, pero están son las reglas del juego, si es que nos encontramos en una democracia. La injuria, el insulto o la difamación están claramente tipificadas en el código penal. No sé por qué se me vino a la mente el otrora tétrico Ministerio de Información y Turismo que llegó a llevar Manuel Fraga en el franquismo. Sinceramente, no veo a Sebastián en ese papel.

P.D.: A Laura Alonso le diría que no puedo contarla sino en el bando de las personas. Lo demás debe estar al margen, aunque pienso que el amigo Velarde utilizó el término 'normales' como una metáfora o si se quiere ironía.

Laura Alonso -

¿Usted e Intereconomía son los normales?
Pues entonces que a mí también me cuenten en el otro bando...