Los fans del 'simpatiquísimo'
Estaba callados, retirados en sus cuarteles de invierno, pero han vuelto exultantes. Me refiero a todos los seguidores de Frenando Alonso, ese 'simpatiquísimo' piloto asturiano que nunca reconoce los fracasos propios y tampoco comparte el éxito con los demás. Es como una especie de inventor de la ley del embudo, lo ancho para mí y lo estrecho para los demás, majetes.
En sí, no hay que dejar de aseverar algo que es bastante cierto, prácticamente todos los pilotos de la Fórmula 1 son más raros que un perro verde. Gente tosca, arisca, sobre todo cuando van engordando su palmarés. Alonso, al contrario que otros deportistas españoles, se ha convertido en el tío más inaccesible, a cobrar por entrevistas, a marcar un distanciamiento brutal, mirando siempre a la prensa por encima del hombro. Nada que ver, por ejemplo, con gente de la talla de Rafael Nadal, Dani Pedrosa, Pau Gasol o Iker Casillas.
Nadie va a negar la maestría de Alonso al volante, especialmente ahora que está en una, por no decir la mejor, escudería de la Fórmula 1. Ferrari, que nadie lo olvide, lo ha fichado para ser campeón, para reverdecer los laureles de otro 'humorista' del gran circo del motor, el teutón Michael Schumacher. Por tanto, el deber del asturiano era estar ahí y el mérito de haber recortado y superado la desventaja que llevaba en el Mundial es indudable, pero era su misión, máxime tras las nulas temporadas entre 2007 y 2009.
De todas maneras, si encima hay algo irritante en el titular del volante de Ferrari son sus aspavientos tras cada triunfo. Lo de hoy en Corea ha sido casi bochornoso. No entiende que aún quedan dos carreras, que debía de tener un poco más de humildad, que igual dentro de dos semanas es él el que se pega el patinazo en el circuito de Interlagos.
Cierto es que ahora Alonso lidera el Mundial, que todo pasa por estar en el podio en las carreras que quedan, pero la mala fortuna que tuvieron hoy los Red Bull se puede traspasar a Ferrari. Es más, el piloto español ya sabe la fórmula de como un Mundial que estaba ganado fue a parar, al final, al finés Kimi Raikkonen, que encima era el tercero en la pugna y con menos opciones que Lewis Hamilton y que el propio piloto asturiano.
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Lewis Rogers -