Y se hundía, se hundía
Afloran los nervios en la familia blanquiazul. Normal, nueve semanas (sin la y media de la película) han bastado para darse cuenta de que en menos de lo que piensas estaremos más perdidos que el barco del arroz, que no somo siquiera el Titanic, que nos está pasando como aquel famoso galeón que estrenó el gafe Luis Yáñez y se hundió sin remisión antes de surcar los mares. El CD Tenerife está a seis puntos de la permanencia y a más del doble de los puestos de play-off de ascenso. La música sigue sonando y el once blanquiazul sigue palmando o, a lo sumo empatando.
El cuadro tinerfeñista se va a pique o, mejor dicho, ya está en ese pique y todavía puede seguir profundizando en su crisis de juego, de identidad y de vaya a saber usted qué otros males le pueden diagnosticar. Ya no es un problema de Arconada, de Mandía o de que la abuela fuma. No, hay algo en la entidad, algo tan podrido y tan funesto, pero que está tan enquistado que nadie es capaz de sacar a la luz ese mal, ese cáncer tan hondo que aqueja a la entidad.
El actual entrenador se muestra incapaz de mejorar la situación deportiva. Bien es verdad que con él se han sumado tres puntos de 12 posibles. Pero es que ya son 27 los puestos en liza y sólo suma el Tenerife la novena parte, un botín tan escuálido como sumamente indicativo de que se va directo al precipicio de la Segunda División B.
Ahora, cuando ya se le ven las orejas al lobo, cuando hay dos partidos seguidos en casa, ante el Elche y el Tarragona, la entidad tira la casa por la ventana (metafóricamente hablando) con cuñas en las que se pide a la afición que vaya en masa al estadio, que haga reventar el Heliodoro Rodríguez López el domingo que viene, que hay que ir a por la primera victoria. Se ha extendido tanto el cáncer en el organismo blanquiazul que ya ninguno de los actuales doctores es capaz de dar con la solución ideal. Ni siquiera los popes más exacerbados se atreven a hablar de una mejoría a corto/medio plazo.
Lamentablemente, esta situación de metástasis se ha extendido a diversas áreas del club. La que nos toca, la de prensa, es una de las más afectadas. La gangrena se ha apoderado del departamento de comunicación desde el mismo momento del descenso. No sabemos si es que el shock del descenso golpeó tan fuerte al señor Armas que aún no se ha repuesto y que piensa que el Tenerife está jugando la Liga de Campeones, pero lo cierto es que las babiecadas que se están cometiendo reiteradamente con determinado sector de la prensa ya suenan a dictadura pura y dura. O escribes al dictado de lo que le guste al rebenque o ya sabes lo que hay, a seguir el fútbol por la 'Atinómica' o por el Digital Plus y, si no, ráscate el bolsillo, lorito.
En definitiva, seguiremos apostando por una salvación del Tenerife, pero más tirando de corazón que de cabeza. Esto no es que esté mal. Está peor que una casa en ruinas. Existe una aluminosis tremenda en todo el Callejón del Combate y la construcción amenaza con derrumbarse en cualquier momento. Posiblemente, si se hubiese prestado atención cuando los inquilinos, los más de 14.000 abonados, exigieron y gritaron a voz en cuello el nombre del arquitecto salvador, José Luis Oltra, tal vez el edificio estaría ya en una avanzada fase de rehabilitación, pero se apostó por otro especialista que, cuatro semanas después, sólo ha mejorado en tres puntos al anterior currante del inquilino. A lo sumo, ojo al parche, le dan dos semanas para que el exterior al menos empiece a mostrar otra cara.
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Lewis Rogers -