Menos humo, más vinagre
¡Viva el prohibicionismo sectario del Estado zapateril! Mal, muy mal lo pasarán los amigos fumadores con las restricciones cuasi hitlerianas, al estilo de los campos de concentración nazis, a la hora de poder encender un pitillo. El clásico cortado con cigarro que se lanzaba mi amigo Máximo Medina tendrá ya que limitarse al líquido elemento porque Don Antonio no le dejará fumar en su local, aunque siempre está la opción de llevarle el cafelito para que lo tome en su puesto de trabajo donde, de momento, podrá seguir haciendo uso y disfrute de la nicotina sin restricciones (al menos eso creo), ya que está solo y eso es como si fuese su casa.
Ya en serio, me hace gracia la ironía de un Gobierno socialista que prosigue con su machacona persecución a los fumadores, atizándoles por todos los lados, pero, al mismo tiempo, aprovechando la tesitura para llenar las arcas con cerca de 10.000 millones de euros por la vía impositiva de la venta de cajetillas. Es decir, el Ejecutivo reconoce que el tabaco es nefasto para nuestra salud, pero al mismo tiempo recibe una morterada nada despreciable de ese vicio, capital que, dicho sea de paso, no repercute en tratamientos para combatir el tabaquismo y evitar el incremento del cáncer de pulmón, de laringe y otra serie de patologías asociadas a este mal.
Uno, ya lo he expresado en varias oportunidades, no es fumador y se alegra de poder entrar en un restaurante o en una cafetería y no tener que estar soportando que en la mesa de al lado me estén ‘perfumando’ con un humo cargadito de sustancias insalubres, pero también es verdad que las ministras del ramo encargadas de pergeñar la ley y su correspondiente reforma han sido unas completas inútiles. Salvo Bernat Soria, que hizo de muñeco de madera, el resto se dedicó a estrujar la legalidad y a dejar descontenta a toda España. Primero la señora Salgado, con unas excepciones que daban pie a que toda ilegalidad campara a sus anchas; después la pierdeprimarias, Trini Jiménez, derogando cualquier posibilidad del fumeque y la señora Pajín, la del acontecimiento planetario, que remata el gol que le han servido en bandeja.
Hoy es el primer día laboral de la entrada en vigor de una ley que ayer domingo ya tenía plena validez. Esta mañana se verán escenas curiosas, dueños de bares que tendrán que pedir educadamente a sus clientes que apaguen su cigarrillo, sobre todo ante el riesgo de que algún inspector de Sanidad y Consumo trate de conseguir algún euro extraordinario para las capitidisminuidas arcas del Ministerio.
En el fondo, ¡qué quieren que les diga! me siento feliz por no ser un empresario de la restauración porque hoy tendría un doble problema. El primero, acordarme de todo el árbol genealógico de ZP y asociados por la chapuza de una ley que provocó que muchos dueños se gastasen sus buenos euros en unas reformas que ya no valen para nada y que el Ejecutivo no piensa pagar. El segundo, porque habrá más de una pelea entre camareros y consumidores a cuenta de que los primeros tendrán que rogarles a los segundos que prendan la cerilla o el mechero de la puerta para fuera.
3 comentarios
Jose Miguel -
Máximo Medina -
JOSE MIGUEL -
Está bien que el Gobierno los meta en cintura, ya que por ellos mismos no hubieran dejado de perjudicar a los demás.
Por fin somos europeos, porque, para el que no lo sepa, por cuestiones de respeto hacia los demás, la gente que fuma es conscient del daño que le puede hacer a otros. Hace unos años entré en una cervecería de Alemania con mis hijos, donde se podía fumar, y los clientes cercanos a nosotros apagaron voluntariamente sus cigarrillos. Ese civismo del fumador es impensable en España, y está claro que si no es por obligación no se va a dar jamás.
Lo mismo pasó con los accidentes de tráfico. Si no se hubiera impuesto el sistema de puntos y endurecido el control del alcohol en sangre hubiéramos seguido con el mismo número de muertos cada año.
Yo entiendo que el vicio es fuerte, y que hay gente que nunca será capaz de dejarlo, o simplemente porque no les da la gana. Hasta ahí es respetable. Pero deben de entender que el no fumador no les daña, y que ellos sí lo hacen con su vicio.
Seamos más civilizados y que el fumador lo haga en su casa o al aire libre, aunque respecto a esto último, ahora veremos las terrazas de los bares repletas de fumadores, con lo cual el resto no podrá sentarse en ellas, y si no, al tiempo.
Lo que sí es injusto es que los restauradores hayan desembolsado un dinero para perderlo miserablemente por una falta de decisión y previsión. La ley de 2011 tendría que haber entrado desde el principio.
Y no nos engañemos amigos, los fumadores seguirá yendo a los bares y restaurantes a tomarse sus cafés y cervezas, y a hartarse de comida.