¿Cómo pagar una idea? Mejor compartirla
Mi amigo Gonzalo Castañeda, husmeador como nadie de la noticia, bueno en realidad es capaz de buscar la misma dentro de una información insulsa que nos sirven los poderes fácticos para que la consumamos como marca el prospecto, tuvo el acierto de traer a colación en su primer programa del año el blog de Alberto Palenzuela y, más en concreto, el último artículo publicado en Radio Hotel Guantánamo, titulado ‘Manzanas e ideas’. El texto es un palo soberano y muy sutil a estos jetas que pretenden que todo el mundo se rinda a la tiranía de una industria que pretende monopolizar para sí las ideas, que no lleguen gratis al común de los mortales.
Dice Palenzuela que “hasta ahora, la industria cultural estaba basada en un modelo de negocio donde una buena parte de las creaciones se transformaba en un producto físico de cuya distribución y venta se obtenía un beneficio económico. Es decir, para poder vender las ideas era necesario convertirlas en manzanas, o en discos o en películas o en libros… El problema era que solo unos pocos podían transformar, distribuir y vender las ideas y, lo que es peor, solo trasformaban las ideas de otros pocos elegidos. Fue entonces cuando el progreso, en su imparable devenir, quiso que alguien averiguara como hacer todo lo contrario: volver a transformar las manzanas en ideas. Ideas que no necesitan ser editadas, empaquetadas, etiquetadas, distribuidas y publicitadas. Así que como es lógico, esto no gustó a los primeros porque que se quedaron sin negocio”.
Aclara este autor que “fue entonces cuando a alguien se le ocurre poner a Ángeles González Sinde, que hasta hace poco era de ese exclusivo grupo de privilegiados cuyas ideas eran convertidas en manzanas, a ser juez y parte en ese sumario por el supuesto intento de asesinato de una tal Cultura, que más que un drama parece un musical de Broadway y, como era de esperar, barre para casa montando una película de Hollywood en el congreso con un reparto de lujo. Y esta el patio como para montar más películas. Es lo que tiene poner a una directora de cine como ministra de Cultura. Yo me avergüenzo, por ejemplo, de la actitud española con el Sahara pero, por el amor de Dios, no quiero que Willy Toledo sea el jodido ministro de Exteriores”.
Como el propio Palenzuela constata, no se trata de regalar por regalar, pero no se puede ponerle puertas al campo y la creatividad no puede quedar en manos de unos pocos. Los monopolios no sólo son malos, sino que redundan directamente en una falta de libertad. Es buena y positiva la competencia. La música, el cine, la literatura son un arte al que todos tenemos derecho. No se nos puede privar de una cultura que incide en nuestro avance como personas, a tener mejor perspectiva de las cosas.
En definitiva, ¿cómo podemos ponerle precio a u¿Cna idea? Lo mejor es compartirla y, como bien dice Alberto en el inicio de su disquisición: “si tú tienes una manzana, yo tengo otra y las intercambiamos, entonces cada uno seguimos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo otra e intercambiamos ideas, entonces ambos tenemos dos ideas”.
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Máximo Medina -