Engordar para morir
Engordar para después morir. Esto es lo que le ha pasado al CD Tenerife este pasado fin de semana en El Toralín. El conjunto del aún entrenador Juan Carlos Mandiá se adelantó en el marcador y estuvo más de medio partido con el botín de los tres puntos en la buchaca, pero al final la Ponferradina empató y pudo ser peor, ya que De Paula estrelló un balón contra la madera. Con 15 puntos a estas alturas de competición no se puede llegar muy lejos y lo máximo a lo que puede aspirar la escuadra tinerfeñista en esta primera vuelta es a obtener 21, siempre y cuando gane el derbi del domingo y el encuentro aplazado con el Granada.
Dicen que esta semana comienzan a llegar los fichajes, empezando por la cesión confirmada la pasada semana de Dubardier, del Lorient francés. El problema es que este asunto debía haber estado finiquitado hace ya mucho tiempo. Pachorramán, como le llama mi amigo Luis Suárez a Miguel Concepción, el desastridente del CD Tenerife, se tomó cumplidas vacaciones en Navidades. Tras el fiasco del Betis (0-3), sólo se cargó a Santiago Llorente, trajo a Juanjo Lorenzo para ejercer las labores de secretario técnico, pero no se ha reforzado la plantilla. Así las cosas, ya han pasado las fechas del Valladolid, Albacete y Ponferradina y el equipo sigue a la espera de esos refuerzos.
Parece de chiste, parece como si al maldatario blanquiazul le importase una higa el futuro del club. A día de hoy, por ejemplo, tiene que estar viendo como Oltra tiene al Almería a un paso de las semifinales de la Copa del Rey y como el domingo tuteó a todo un Real Madrid. En ese sentido, Concepción se ha contagiado del mal de su malogrado paisano, Javier Pérez, dirigente modélico donde lo hubiese hasta que empezó a meter la zarpa en cuestiones que no le competían. Sólo así se pudo entender la no renovación de Rafael Benítez, un técnico que, según algún pelotillero del mandatario de entonces, llegó a publicar en prensa, en un rotativo de editoriales independentistas, que este técnico no valía para estar en Primera. Pues sumó nada menos que dos Ligas, una UEFA (Valencia) y una Champions (Liverpool) tras su salida de la isla.
Y es que cuando los presidentes se meten a ocupar la parcela del director deportivo suelen acontecer esta clase de disfunciones hasta que todo llega a un estado de podredumbre irreversible. El problema real es que Mandiá no ha sido despedido de su puesto porque, simplemente, no hay dinero para echarlo y traer un tercer técnico (en realidad el cuarto si tenemos en consideración la interinidad de Alfredo Merino). Malo será que se apueste por lo que hay en casa o en la isla (tándem Tigre Barrios-Martín Marrero) cuando el equipo esté ya camino de la morgue.
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Norberto -
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