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Desde mi escaño

La crisis la traducen en despilfarro

La crisis la traducen en despilfarro

La crisis que vive España no parece importarle una higa a determinados políticos. La astracanada a la que hemos asistido en el Senado, con traductores en gallego, vasco, valenciano y catalán, define a la perfección a nuestro país como una nación de pandereta, de folclore. Señores hechos y derechos, que 15 minutos antes del pleno estaban en comandita tomándose el cortado en la cafetería de la Cámara Alta y hablando en castellano, se han lanzado por el tobogán del disparate, del surrealismo de Valle-Inclán. Son como los espejos del Callejón del Gato, deforman la realidad a su conveniencia.

El problema no es que haya siete personas, los traductores, que han podido encontrar un empleo, sino que este servicio le cuesta o nos cuesta a los españoles la nada despreciable cantidad de 168 euros por minuto, 10.080 a la hora y piensen ustedes que hay plenos que se prolongan toda una mañana o una tarde, así que echen cuentas ustedes. Aquí se nos pueden ir más de 100.000 euros al mes a poco que las sesiones se prolonguen más de la cuenta.

Lo cierto es que tenemos un país plagado de 17 autonomías que, en mayor o menor intensidad, se han convertido en las garrapatas de las arcas públicas del Estado. Aquí todo el mundo quiere su competencia y no les extrañe que dentro de poco vengan los asturianos, los cántabros, los baleares, los aragoneses o los canarios a reclamar que ellos también precisan de traductor porque, aunque todos sepan hablar la lengua de Cervantes, resulta que uno se expresa en bable y el vecino en guanche (no confundir con el tamarán, que se nos enfada Don Pepito Rodríguez, el independentista editor-director de El Día).

Los grupos nacionalistas, animados por el éxito en el Senado, van a hacer lo mismo en el Congreso, intentar que les aprueben el mismo gasto para la Cámara Baja. Bono, que parece no estar por la labor, ha pronunciado lacónicamente un: “Ej que yo prefiero no pronunciarme, pero rejpeto mucho la labor del Jenado”.

Lo cierto es que si se dio vía libre a ese disparate en la Cámara Alta, no sería descartable que suceda lo mismo en la Carrera de San Jerónimo. El PSOE está más necesitado de apoyos que nunca y los nacionalistas vascos y catalanes, amén del apéndice coalicionero canario, apretarán hasta rebasar el tope de lo tolerable. Total, como la fiesta la pagamos todos los españoles, les da lo mismo poner siete, 14 o 100 traductores.

3 comentarios

Máximo Medina -

Por una vez estoy dividido en la opinión. Tiene razón el señor Rivero y también el señor Velarde. Tener más de una lengua es una riqueza, pero 'imponer' el idioma menos hablado, porque yo lo valgo, no me parece correcto. Hay ejemplos de todo tipo, pero jamás se me ocurría oír hablando en el Congreso o en el Senado de EEUU a los indios sioux en su lengua vernácula. O en el Parlamento alemán o en muchos otros. Lo curioso de la medida es que llega cuando peor está la economía por la crisis y parece, escribo sólo parece, que ese gasto se podría utilizar en otras cosas. En lo político creo que es una debilidad más del Gobierno para lograr los votos que le faltan para salir adelante, porque en el caso del Congreso tanto PP como PSOE ya han pactado que sólo se hablará español, que eso del castellano a mí también me chirría por mucho que esté en la Constitución. Total, para lo que sirve el Senado, que se amplíen sus gastos unos 350.000 euros más, tampoco es como para rasgarse las vestiduras. Por cierto, don Javier eso de "esas lenguas no son sólo patrimonio de una determinada región..." dígaselo usted a los catalanes. Me temo que no estarían muy de acuerdo, porque es lo que les diferencia del resto de España y vamos como lo atesoran.

Javi Rivero -

Lo siento, Juan, pero no puedo estar más en desacuerdo. Las cifras que yo conozco están muy alejadas de las que tú dices, al año supondría alrededor de 300.000 euros. Esta vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con CiU y PNV: el gasto es ínfimo.
Si nos ponemos a mirar gastos inútiles y despilfarros, podemos ver el dinero que se le destina a la Iglesia, que varía en torno a los 144.242.904 euros anuales, a la Casa Real, más de 7 millones de euros anuales más todos los gastos en operaciones de seguridad, o, lo que está de moda, los gastos de la clase política: todos los costos por dietas (¡y qué dietas!), desplazamientos, coches oficiales y un largo etcétera, además de las pensiones.
Además, con esta medida se crean puestos de empleo para los traductores.
Es complicado que los cántabros o los canarios exijan utilizar su lengua en el Senado, más que nada porque ya lo hacen, y es el castellano. Los baleares, por ejemplo, pueden emplear el castellano y el catalán.
Si el problema es ideológico, y creo que he aquí el quid de la cuestión, me parece tan rancio que no valdría la pena ni entrar en él. Si el castellano es la lengua de Cervantes, el catalán es la de Ausiàs March y Ángel Guimerá (canario, por cierto), el gallego la de Vicente Risco y el euskera la de Bernardo Atxaga.
En Europa hay muchos países en cuyos Parlamentos se debate en distintas lenguas, sin que eso suponga una ofensa o un despilfarro. Pero España es diferente...
Hasta que no nos demos cuenta de que el multilingüismo es una riqueza y no un problema, este país seguirá como está, en el siglo XIX en muchas cosas. Esas lenguas no son solo patrimonio de una determinada región, sino de todo el conjunto español. Pero en vez de verlo así, nos tiramos los trastos a la cabeza...

Rubetus -

Para despilfarro, las campañas electorales de Rajoy con el PP. Y para absolutamente nada...