El 'efecto' Panea
¿Quién es Antonio Panea? Hasta hace unos días era un anónimo accionista del Banco Santander, una persona como cualquiera de ustedes, que tiene su pequeña contribución en una entidad bancaria de gran dimensión mundial y que, como cualquiera que confía su dinero a una empresa, se preocupa por el estado de las cosas de la sociedad, y mucho más si se conoce que existe un auto judicial por el cual se está investigando al máximo exponente de la institución, el señor Emilio Botín, y a varios de sus familiares, por el supuesto impago de unos impuestos durante varios años.
Basándome en el irrefutable principio de presunción de inocencia de cualquier persona, hay que dejar a la Justicia que actúe, que pida papeles, que interrogue a los sospechosos y que luego, después de practicadas todas las pruebas, que se actúe en consecuencia. El presidente del Banco Santander podrá tener más dinero que cualquiera de nosotros, pero eso no da ni quita razones. Si el señor Botín trató de eludir al fisco, pues que pague, como debe de ser, pero si al final no hay nada, que también se haga justicia y que quienes hayan informado ampliamente sobre el auto de la Audiencia Nacional, pues que también hablen en la misma proporción de su inocencia.
Ahora bien, dicho esto, el señor Panea, como yo, uno de los millones de clientes del Santander, tenemos derecho a conocer cuál la situación en la que se encuentra el banco, en qué medida puede afectar o no esta decisión de indagar en los ejercicios fiscales de Botín y de sus allegados. En cualquier empresa es normal que los socios y accionistas pidan resultados, saber si un determinado problema puede perjudicar al futuro de la entidad, pero evidentemente, el presidente del Banco Santander optó por agarrarse al protocolo de la junta de accionistas para intentar que no se hablase de un tema que es preocupante.
La verdad es que el señor Panea los tuvo bien puestos. No es sencillo que nadie tenga los arrestos y los arrojos necesarios para plantear en la ‘fiesta’ de Botín una medida como la remoción, y sobre todo replicarle al presidente del Santander, cuando éste le dijo que no pensaba referirse a ese asunto, que era un maleducado. Es más, nunca tuvo que producirse la pregunta de Panea, sino que debería haber sido el propio dueño de la entidad quien diese las oportunas explicaciones al comienzo de la junta, pero no interesaba hablar de esto, tal y como demostraron como cómplices muchos otros accionistas. Lo que sucede es que nadie contaba con el efecto Panea y con él muchos clientes que queremos saber qué ha pasado con esos ‘despistes’ fiscales, si son reales o es una mera errata burocrática.
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Máximo Medina -