El cura sociolisto ¿o socialista? de Alcalá
¿Qué conchabeos se traen el párroco de Alcalá, un pequeño núcleo de Guía de Isora, en el sur de Tenerife, con el alcalde, el socialista Pedro Martín? Aquí, al estilo de las viejas películas del Oeste, se impone la ley del más fuerte, de más déspota o del más cacique y entre el cura y un edil con más visos de ateísmo que Carlos Marx, han conseguido su propósito, tumbar la iglesia de esta población alegando no sé qué problemas estructurales. Lo curioso del caso es que ahora se levantará una nueva, con un coste de tres millones de euros, pero también quedará espacio para un refulgente centro comercial. Es decir, el dos por uno, todos sacan tajada (económica) y el pueblo, como siempre, a verlas venir.
Por supuesto, ahora el interés está centrado en echarle la culpa al Obispado de la Diócesis Nivariense, pero no sólo hay que dirigir las críticas hacia la Santa Madre Iglesia, el consistorio tiene mucho que decir en este aspecto, entre otras razones porque para acometer un derribo como el sufrido por la iglesia de Alcalá no se hace de la noche a la mañana, habrá que conseguir los pertinentes permisos de obra, en este caso de demolición, acordonar las calles y una serie de trámites municipales que, imagino yo, habrán pasado por las manos de Pedro Martín.
Es curioso comprobar como se derriba con una facilidad pasmosa un pequeño templo, muy apreciado por los vecinos, y con más de 100 años de historia, y que, a pesar de unas deficiencias estructurales, había informes técnicos que aconsejaban la vía de la restauración, no del derrumbe y tente tieso; y, sin embargo, la catedral lagunera, pese a tener muchos números para que tuviese que ser demolida y construida de nuevas, se han hecho todos los intentos del mundo para hacer una reforma integral, pero respetando su estructura. Los millones invertidos y los que se invertirán merecen la pena, desde luego, pero resulta curioso ver lo que hay detrás del caso de la iglesia alcalaína.
Veremos a ver qué sucede una vez consumado el derribo, pero en modo alguno se debería permitir un uso del suelo diferente al que había, a lo sumo, que pongan una escuela o una biblioteca, pero nada de un centro comercial. Resultaría sospechoso a todas luces que, de repente, en el espacio de ese templo convivan fe y mercantilismo. La pregunta sería clara, concisa y directa, ¿quién se lo ha llevado a manos llenas? Para que luego digan que los socialistas no hacen negocio con la religión. En el caso de Pedro Martín, en connivencia sagrada con el cura, es más que evidente.
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Máximo Medina -