Y se ArMou el lío
La plantilla del Real Madrid está desquiciada y esa patología sólo tiene un culpable directo, el técnico, José Mourinho, y un cómplice necesario, el presidente de la entidad, Florentino Pérez. Cuando todos creíamos que la gran patochada del luso la habíamos presenciado tras la incendiaria rueda de prensa tras el partido de ida de la Champions frente al Barcelona, el preparado se ha superado en sus marcas con el capítulo del dedo en el ojo al ayudante de Pep Guardiola, Tito Vilanova, al que además rebautizo como ‘Pito’ (no sé si involuntariamente o ya entrando en una esfera de tomadura de pelo supina y suprema).
Pienso, luego existo, que diría Descartes (cógito, ergo sum), que en la entidad del Santiago Bernabéu vuelven a plantearse la misma pregunta, ¿por qué?, pero no el ¿por qué? de Mourinho, sino el ¿por qué no mandamos a este tipo de paseo después del follón que montó con lo de la Unicef, la UEFA, los árbitros y las ayudas al Barcelona desde todos los ámbitos? Hay mucho miedo en la casa merengue a la evolución de los hechos. Lejos de rebajarse la tensión de los duelos de abril y mayo, Mou ha conseguido un triple salto mortal con tirabuzones, la agresión directa, ya no verbal, sino física y nadie puede abstraerse de la realidad de los hechos, que para eso estaban ahí decenas de cámaras para inmortalizar el hecho.
Desde luego, da mucha pena contemplar a gente racional como Iker Casillas haciendo declaraciones impropias de un capitán que además lo es también de la Selección Española. Este tipo, me refiero al preparador luso, ha conseguido enloquecer a los más cuerdos de la plantilla merengue. No sé qué métodos empleará el caballero en cuestión (si es que se le puede tildar así a un verdadero barriobajero), pero lo cierto es que todo el plantel parece como hipnotizado ante la presencia de Mou y son capaces de hacer las mayores barrabasadas con tal de llevarse el aplauso del entrenador.
Lo de Marcelo con Cesc fue sólo una muestra de todo lo que ha venido siendo norma de conducta en la plantilla blanca desde que tienen a ese poseso y poseído entrenador en el banquillo: agresiones sin venir a cuento, autoexpulsiones para quedarse limpios de tarjetas en la siguiente fase de la Champions, desprecio a los rivales y meterse en casas ajenas, desdén por los medios de comunicación mandando al marioneta Karanka a las ruedas de prensa. En definitiva, Mou se ha convertido en un elemento malévolo que, al mismo tiempo, peca de una cobardía extrema porque no sólo da y reparte, sino que se asegura tener una especie de guardaespaldas que le defienda cuando se ve acorralado. Pero claro, mientras el presidente le ría las gracias, bien por acción o bien por omisión…
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Lewis Rogers -