La (con)fusión UGT-Rubalcaba
Si alguien podía tener alguna duda razonada o razonable sobre cuál será el papel del sindicato UGT durante la presente legislatura, hace unas horas acaba de demostrar que su función no sólo será la de atosigar en la medida que pueda al Ejecutivo de Mariano Rajoy, sino que además se posiciona claramente a favor del PSOE al prestarle su sede para la presentación, con pompa y boato, de la candidatura de Alfredo Pérez Rubalcaba como líder omnipotente del socialismo. Nadie pone en tela de juicio las buenas relaciones entre el partido y la central sindical, pero otra cosa bien distinta es prestarse a un tejemaneje que no le hace nada bien a la organización que preside Cándido Méndez. Pero está visto y comprobado que determinadas personas carecen de eso tan esencial que se llama sutileza.
Ahora son muchos ciudadanos los que empezarán a caerse del guindo (no del de Economía) y vean las verdaderas razones por las cuales nunca la UGT, en comandita con CCOO, quiso hacer una huelga general al uso. Aquel paripé del 29 de septiembre de 2010 le vino muy bien a ambos porque, a efectos escénicos, el PSOE consiguió presentar a la sociedad un paupérrimo dato de seguimiento de los paros y los sindicatos lograron hacer ver que había intrínseco un espíritu movilizador y reivindicativo, algo que apenas duró unas horas, cuando se juntaron en comandita en la Cadena Ser con el ministro de Trabajo.
Por mucha pamema que se quiera hacer ahora, UGT, es evidente, queda ya marcada para los restos con este gesto nada involuntario. Méndez sigue pensando (como supongo que Toxo en sus Comisiones Obreras) que puede sacar mucha mayor tajada estando aliado con el PSOE que con el PP. En lo que se refiere al Money for nothing que cantaban los Dire Straits, es decir las subvenciones sin tener que justificar cuál es su uso verdadero, las centrales sindicales no lo van a tener nada sencillo con un Mariano Rajoy que quiere poner un coto a ese derroche, cerrar el grifo del que se surtían indiscriminadamente la UGT y CCOO a cambio de lo que todo sabemos, de no repetirle un 14 de diciembre de 1988 al presidente socialista de turno.
No sé si en la cabeza de Cándido Méndez y de los popes de la UGT cabe la remota idea de creer que el Ejecutivo del PP será engullido por la crisis y que por eso siguen echándose en los brazos de los socialistas, pero como la apuesta les salga mal, muy complicado van a tener en ese sindicato justificar después determinadas movilizaciones en la calle. Y es que a un sindicato se le debe exigir, como poco, estar al margen de cualquier idea política, al menos de cara a la galería, que ya sería un avance.
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Máximo Medina -