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Desde mi escaño

La llamada milagrosa

La llamada milagrosa

- Ring, ring,

- ¿Si?

- ¿Es el señor García?

- Correcto, ¿qué desea?

- Le llamo de la Consejería de Sanidad de Madrid y es para comunicarle que deberá presentarse mañana ante un inspector médico para evaluar su baja médica

- No, no se preocupe, si precisamente mañana pensaba presentarme en personal para llevarles el alta médica

Este diálogo, que desde luego es inventado, es una mera recreación de los hechos, ha motivado que cerca de 800 funcionarios al servicio de la Comunidad de Madrid se hayan recuperado milagrosamente de una enfermedad terrible que les tenía postrados en cama o en el sillón. Sí, hay que hablar de milagro porque resulta que hasta minutos antes de que el inspector decidiese a marcar los números de estas personas, los pobres empleados públicos estaban muy malitos, tanto que ni siquiera podía ir a comprar a El Corte Inglés. ¡Ay, qué pena y qué dolor más grande de mi corazón!

Resulta cuando menos penoso que en los tiempos que corren haya personas que sigan jugando a los enfermitos amparándose en un sistema excesivamente proteccionista con los funcionarios y que básicamente consiste en considerarse (no todos y no la mayoría, vaya por delante) una casta intocable a la que casi resulta imposible aplicarle algo tan básico como es el despido si no ejecutan su trabajo como Dios manda o si su indisciplina es tal que al final haya que meterles un expediente como manda el reglamento.

A mi parece excelente que se controle a los servidores públicos porque su trabajo está pagado por el dinero de todos nosotros, los siempre sufridos contribuyentes, y ya es hora que se acabe la fiesta del disparate, de cogerse bajas como el que elige fruta a granel en el mercado de la esquina. Nada, quien esté realmente enfermo, que lo acredite fehacientemente, que en este país ya se ha puesto muy de moda la famosa fórmula de decir que se está con una depresión de caballo y ese truco, sinceramente, como el de los catarros oportunos, ya es demasiado viejo y, sobre todo, que sale muy caro al erario público. Quizá si hubiese más responsabilidad, menos o ningún interino estaría en la función pública.

1 comentario

Máximo Medina -

Ha tocado usted varios puntos que deberían analizarse por separado, porque si no esto se convierte en un batiburrillo que no hay quien lo entienda. Primero: los enfermos están de baja porque alguien (por regla general un médico) ha considerado que no están aptos para trabajar. Se va contra el enfermo ficticio, bien, pero ¿por qué no se va contra el galeno de turno que es quien ha emitido el informe en concreto de que ese individuo/a no puede laborar? Resulta evidente que ese médico no está haciendo bien su trabajo, ¿o sí? Segundo: se refiere usted a una casta intocable a la que no se le aplica algo tan 'básico' como un despido. Será porque no quieren, pues el despido procedente existe en España desde que se instauró la democracia. El único pero es que hay que demostrar que ese empleado ha estafado o defraudado a su patrón. Conozco un caso, incluso de un empleado de universidad despedido por no ir a trabajar, pero tras demostrarlo, claro. Tercero: en teoría los servidores públicos están controlados, pero otra cosa es que los controladores hagan algo para evitar todos los disparates que se ven día a día. Además, no se les debe controlar porque cobran del dinero de los contribuyentes, sino por el simple hecho de que no cumplen.