Mudanzas Arenas
España es el prototipo de país donde lo de asumir la culpa propia es poco menos que un ejercicio de física empírica. 24 horas después del fracaso electoral de Javier Arenas, porque no se puede hablar de otra cosa que no sea la de un rotundo sopapo a las pretensiones electorales del PP, aún no se han producido movimientos que conduzcan a una reflexión, a una necesaria autocrítica que satisfaga a quienes piden cuentas al partido al que han votado porque sus expectativas no se han cumplido. Lo dicen todos los analistas sin excepción, el PP ha tenido la ocasión histórica y casi que única de poder gobernar en Andalucía, pero una campaña de bajo perfil le ha hecho quedarse con una pírrica victoria.
Lo preocupante del asunto es que han salido a la palestra auténticos hooligans del peperismo más exacerbado a decir que el PP había ganado las elecciones en el territorio andaluz. Fíjense que tengo por persona con cierto criterio a Miguel Ángel Rodríguez, ex secretario de Estado de Comunicación en la época de Aznar y me pareció lamentable su defensa a ultranza del resultado sacado por Arenas. Sí, por supuesto, claro que el PP ganó, pero es como si hubiese sido una derrota. Decir que el triunfo fue histórico era sólo decir una verdad a medias, porque en realidad lo realmente histórico hubiese sido arrebatarle al PSOE esa autonomía. Es una pena, y lo digo de corazón, que el señor Rodríguez venda como un éxito lo que fue un fracaso sin paliativos.
Y es que ése es el fallo de muchos partidos (por no decir de todos) negar siempre la mayor, es decir creer que nunca se ha fracasado, que se ha conseguido un apoyo mayor que en la última convocatoria electoral. El señor Arenas debería de haber tenido los arrestos necesarios para salir en rueda de prensa y presentar su dimisión como candidato del PP. Sería duro, pero eso daría tiempo más que necesario para buscar un nuevo líder y una nueva estructura de partido, que en realidad es lo que aqueja a la derecha andaluza, que muchos de sus prebostes no han dado la talla durante la campaña y eso que lo han tenido a huevo con los casos de corrupción.
En fin, supongo que Arenas, como suele pasar con muchos políticos que no se cansan de coleccionar fracasos, acabarán como ese mueble que nadie sabe dónde colocar, que va de casa en casa hasta que alguien consigue darle una ubicación en un sitio donde no moleste
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