Caza Real
Nos están tomando el pelo a los españoles. El episodio surrealista de la cacería de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I supone hasta extremos insospechados una burla máxima porque de no haber sido precisamente por esa caída en el safari de Bostuana nunca nos hubiésemos enterado que en plena crisis cuasi diplomática con Argentina el monarca había tomado las de Villadiego rifle en ristre a pegar tiros a unos paquidermos.
Hay quien mantiene la teoría de que el Gobierno de España ni los servicios secretos tenían constancia del viaje del Rey, algo que prefiero no creerme porque es obligación de la Casa Real anunciar cualquier desplazamiento de cualquiera de los miembros del Palacio de La Zarzuela, pero máxime si se trata del llamado primero de los españoles. Me adhiero más a la teoría de que el Ejecutivo, aun siendo consciente de este viaje de carácter privado y cinegético, abogó por mantener máximo silencio porque no hay forma alguna de explicar que un Rey que dice estar abrumado por los casi seis millones de desempleados que hay en nuestro país, amén de todos aquellos que tienen unos trabajos en precario, se dé unos lujos que tiene un imposible encaje en el contexto actual.
De todas formas, no es la primera (ni parece que tampoco la última) vez que cogen a la Casa Real y al Gobierno en un renuncio, en viajes que no se han podido explicar convenientemente. Incluso, hasta en el nacimiento de la segunda hija de Don Felipe y Doña Leticia, Su Majestad estuvo missing, nadie supo explicar dónde estaba en el momento del feliz alumbramiento. Conjeturas, al igual que las tonalidades, de todos los colores, pero al final sólo nos quedamos en la superficie, en el detalle secundario, en la anécdota, que el Rey entra y sale de España sin saber exactamente adónde va y a qué va. Nos hurtan información a sabiendas y eso, lejos de aplacar iras y/o enfados, nos acaba cabreando más porque somos conscientes de que todo ese derroche se paga y se cubre con los impuestos que pagamos los ciudadanos.
Sé de buena tinta que en esta ocasión tampoco recibiremos las explicaciones oportunas, que Don Juan Carlos será operado de la cadera por los mejores cirujanos de España y que en cuanto se reponga volverá a sus correrías sin que los españoles lo sepamos. Eso sí, la caída le ha venido de perilla porque ya se ha deslizado que su presencia en la final del la Copa del Rey de fútbol es más que dudosa. Curiosamente, un partido en el que más en el resultado en sí, el morbo está en saber cómo se hará frente a la pitada al himno que ya anunciaron las aficiones de Barça y Athletic de Bilbao.
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Máximo Medina -