Santiago Cervera: Cuéntame un cuento
Me encanta la inocencia de los niños que creen que Supermán es un héroe de verdad que es capaz de arreglar todos los problemas del mundo y que no quedará sobre la faz de la Tierra ningún villano. Me produce ternura que haya pequeños que piensen que existen las hadas madrinas y que conviertan a una niña harapienta en la princesa de la fiesta. Es muy tierno imaginar a esos infantes que encuentran una botella o una lámpara maravillosa y que están convencidos de que frotándola saldrá de ellas el genio que les hará realidad todas sus peticiones.
Me gusta ver a esos imberbes, que apenas alcanzan el metro de estatura, pensar en que echar una moneda al pozo de los deseos se multiplicará hasta el infinito hasta llegar a sumar tal fortuna que no hará falta pedirle jamás en la vida la paga a los padres (sobre todo en estos tiempos de crisis). Resulta conmovedor recrear esa escena de niños absortos ante la pantalla del cine viendo casitas de chocolate y pensando que en realidad hay algún lugar así en el mundo donde dar rienda suelta a la glotonería más profunda.
Me encanta creer que existen niños que al final Caperucita y su abuela salen victoriosas de su lucha contra el lobo feroz, que los tres cerditos salen airosos y victoriosos de su particular guerra contra otro lobo o que la final Blancanieves logra sobrevivir a la malvada bruja del cuento, que debe ser familia de esa indeseable señora que le hace la vida imposible a la Cenicienta.
Sin embargo, cuando uno deja de ser niño, adquiere responsabilidades como político y acabas siendo diputado nacional del Partido Popular, no parece de recibo seguir creyendo en leyendas, en pajaritos preñados o en ratoncitos Pérez. Si Santiago Cervera se tragó la historia del maletín y la documentación alojada en una muralla, allá él.
Pero en este caso no sé qué es peor, si pensar que le han engañado como a un chino y en realidad nada tenía que ver en este affaire o si en verdad era consciente de lo que hacía e intentó evadirse con una excusa insostenible. Sea como fuere, Cervera no es ningún niño y por tanto tendrá que pagar su nula picardía o su supuesto chantaje con el descrédito y el destierro político. Porque los cuentos, cuentos son, pero la vida real es otra cosa y ahí no estamos para historietas de colorín.
2 comentarios
Maria -
Pero es que además se nota que Santiago Cervera, Santi, para los amigos, tiene menos luces que el camerino de Steve Wonder. Mira que presentarse a buscar el paquetito y además con el atuendo que se preparó
@MMariaSp
Máximo Medina -