Luis Aragonés: descanse en paz, maestro
Hoy el barrio de Hortaleza respiraba tristeza, sus calles, siempre alegres, transmitían una sensación de orfandad inmensa. Su vecino más ilustre, Luis Aragonés, fallecía en la madrugada del 1 de febrero de 2014 víctima de una leucemia. El ‘Sabio’ más famoso (aunque a él no le gustaba ese apelativo) se marcha con 75 años y el legado de haber sido, entre otras cosas, el inventor de esa España invencible, la Selección de esos locos bajitos que impresionaron en Austria y Suiza en 2008 y cuya herencia ha sido bien recibida y guardada por su sucesor, Vicente del Bosque.
Son muchos los clubes que este fin de semana le están dedicando sentidos minutos de silencio, ya que Aragonés, pese a ser sinónimo de Atlético de Madrid, también ha jugado y/o entrenado en el filial del Real Madrid, en el Hércules, en el Recreativo de Huelva, en el Getafe, en el Sevilla, en el Betis, en el Valencia, en el Español, en el Barcelona, en el Oviedo, en el Mallorca y finalmente en la Selección Española y una breve aventura en Turquía con el Fenerbahce. De hecho, llegó a tener en el verano de 1989 un acuerdo verbal con el CD Tenerife, pero a última hora se echó para atrás tras sufrir uno de esos ataques de ciclotimia que se le presentaban sin razón aparente.
Aragonés siempre fue un entrenador peculiar, dotado de un algo especial que casi le hacía intuir cuando un partido iba a ser gloria bendita para su equipo o, por el contrario, se iba a convertir en un desastre. Nunca dejó que nadie le mangonease en su trabajo y eso que tuvo algún que otro presidente como Jesús Gil, muy amigo de entrometerse en eso de la confección de las alineaciones. Pero ‘El Sabio’, con sus proverbiales salidas, dejaba claro que en el vestuario mandaba nada más que él.
A Luis, sin embargo, siempre habrá quien le niegue el pan y la sal por convertirse en el enterrador de Raúl en la Selección Española. Más oportunidades que tuvo el 7 del Real Madrid con este técnico era imposible igualarlas o superarlas, pero tras un infausto partido de los nuestros en Belfast ante Irlanda del Norte, el de Hortaleza cortó por lo sano, también buscando una motivación en el punta merengue. Sin embargo, los acólitos del raulismo le montaron un Gamonal perpetuo en cada convocatoria, en cada entrenamiento y en cada llegada o salida en los aeropuertos. A Dios gracias, Aragonés no tuvo el carácter bizcochable del alcalde burgalés y se mantuvo firme a pesar de todo el chaparrón mediático.
Descanse en paz, maestro.
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Máximo Medina -