El concejal cavernícola de Hortaleza
El barrio de Hortaleza, el lugar donde nací hace casi 42 años, un lugar donde nadie era más que nadie, un enclave humilde y que poco a poco ha ido posicionándose en el mapa de este inmenso Madrid como un lugar de cierta importancia, tiene que convivir, Dios quiera que sea ya sólo por unos pocos meses, con un individuo que por la gracia y obra de Ana Botella, resulta que es concejal de zona y, a lo que se ve, un misógino de padre y muy señor mío. Ángel de Donesteve se llama el gachí, un sujeto despreciable que no ha tenido mejor idea que poner en la puta calle (sí, como lo oyen) a la secretaria de la Junta de Distrito porque se había quedado embarazada.
En estos tiempos que corren, donde se supone que no tendríamos que estar a vueltas en la reivindicación de la igualdad efectiva de sexos, llega este troglodita de traje, corbata y maletín de cuero y dinamita años de lucha para que la mujer se inserte laboralmente. Bastante teníamos que haber escuchado hace unos días a otra sujeta tan poco recomendable como Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, decir que prefería para el ámbito laboral a mujeres que no estuviesen en edad fértil, como para que ahora salga el tipejo este a poner en la rúe a una mujer por el simple hecho de cumplir lo que debe ser el sueño más deseado para cualquier persona, pero más aún para una fémina, ser madre.
Ya no sólo me pongo en la piel de esta pobre mujer, a la que me imagino que asesorarán convenientemente para que pongan en su sitio a este concejalucho, sino también en el propio marido, en la pareja de esta señora que me imagino que se quedaría a cuadros cuando llegó ésta a casa y le comunicó la decisión del tal Donesteve, que tiene tanto apellido como rostro de hormigón.
Lo peor de todo es que la señora alcaldesa, Ana Botella, parece que ha llamado a capítulo al personaje en cuestión, pero lo mantiene en su cargo. ¡Vergüenza debería darle a la propia primera edil tener a un elemento tan machista y cavernícola en su equipo de Gobierno! Pero bueno, a estas alturas, sorprenderse de lo que pueda pensar, decidir o actuar la mujer de Aznar tampoco es gran novedad. Una tipa capaz de declarar tres días de luto y luego pirarse a Portugal denota que de luces anda más bien escasita.
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