La indecencia de Olvido Hormigos, al desnudo
La indecencia de Olvido Hormigos en su vídeo de presentación para entrar en la casa de Gran Hermano VIP supera (y miren que es difícil) a los cuernos que exhibe su exmarido, Jesús Atahonero. Lo de esta señora es de traca y es capaz de vender ya no su alma al diablo, sino que puede dar lo que sea con tal de permanecer en el candelero de la actualidad.
Nos dice esta indecente e inmoral que ella no quiere estar en el foco de atención mediática, que ella sólo ha sido noticia por un vídeo que le iba a mandar al marido pero que por error, fíjense ustedes, le llegó a otra persona. Afirma también que a ella le han montado el pollo por ser concejal socialista, mujer, casada y madre de dos hijos (bueno, ahora de tres). Claro, Olvidito. Para ti lo de la fidelidad, el respeto a tu marido y a tus chavales es algo secundaria. ¡Menuda educación que debías estar dándole a los alumnos del colegio de Los Yébenes! Y eso que no tendrías encomendada la asignatura de educación sexual porque de ahí podrían salir con un máster que ríanse ustedes de la doctora Elena Ochoa.
Pero ya en el colmo de la desconsideración y de mostrarse como lo que es, una tipa fresca y caradura, asegura que lo peor que le puede suceder durante el tiempo en el que esté dentro de la casa de Gran Hermano es no poder ver a su bebé, una criatura de poco más de cinco meses. Pues hija, si tanto te importa tu niño recién nacido, ¿para qué carajo te metes a participar en ese concurso? ¿Tú eres así de boba ya de nacimiento o es que te falta potasio? Mucho me temo que es una mezcla de ambos factores.
Eso sí, luego tienes la santa indecencia de enviar a tu troupé de frikis a atacar a quienes hablamos de ti como personaje pública. Sí, Olvido, si te expones a los focos de las cámaras y te montas homenajes sexuales en plena vía pública, el problema no es de quienes hablemos de los hechos, sino sólo y exclusivamente tuyo por hacer lo que no deberías. Y todavía tienes el papo de decir que lamentas que tu último desliz no te lo perdonase el santo de tu marido. No me extraña. No es plato de buen plato despertarse cada mañana teniendo noticias de nueva infidelidad, ya sea a horcajadas o poniéndote de rodillas.
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