Pedro Sánchez se podemiza
El PSOE de Pedro Sánchez va a acabar no sólo podemizado, sino que está cavando su propia tumba. El guapo y el sonrisas Profidén ha conseguido hace unos días encubrir a lo peor de nuestra político a puestos de responsabilidad, a auténticos kamikazes facilitarles el bastón de mando de cientos de corporaciones, a gente que no tiene ni la menor idea de gestionar un presupuesto municipal, pero que creen que se puede hacer el milagro de los panes y los peces y a todo hijo de vecino pagarle la luz y el agua como si los fondos fuesen ilimitados.
Los socialistas, hartos de no ganar elecciones, han optado por querer ser la formación que se conforma con cuestiones menores, con desear el mal ajeno y que su principal rival sea desalojado de las instituciones, a pesar de contar con mayor número de votos y, por tanto, de concejales. Esto es como alguien del Real Madrid deseando la derrota del Barça o del Atleti rezando por un pinchazo merengue. Son actitudes de equipo menor y, aplicado a política, signo inequívoco de un partido que ha renunciado a ser alternativa para ser mera muleta de Manuela Carmena, las CUP o los proetarras de Bildu para conseguir que sean alcaldes a cambio de que el PP vaya al ostracismo.
Pedro Sánchez se ríe abiertamente de su faena, exactamente igual que un niño chico cuando hace alguna trastada, con la diferencia que la de éste último no pasa de tocar un timbre y largarse corriendo, mientras que lo que está haciendo el secretario general de los socialistas es hipotecar España para los próximos años y enterrar cualquier opción de que el PSOE sea alternativa en este país.Nadie en Ferraz parece ponerle freno a las ocurrencias del nuevo Zapatero que ocupa la secretaría general del partido.
Muchos socialistas ven con auténtico pavor las maniobras de este exbaloncestista sobrevenido en demagogo, pero también es verdad que en esa formación, como en casi todas, funcionan con un muy estudiado régimen del terror, que consiste básicamente en el sugerente el que se mueve, no sale en la foto. Dicho de otro modo menos sutil, el que critica las direcciones del jefe se va a la calle con una patada en salva sea la parte hasta que los votantes sean quienes le dan el puntapié en ese mismo sitio al propio PSOE.
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