¿Tienes un Rato, Jorge Fernández Díaz?

Sólo en España puede producirse una reunión entre el titular de la cartera de Interior y un presunto delincuente y que no pase absolutamente nada, que no dimita ni el tato. Cierto es que no es la primera vez que suceden este tipo de encuentros clandestinos entre representantes ministeriales y gente muy poco de fiar, ya sea en la propia sede del ministerio de turno o en una gasolinera.

Que Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior y el expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, hayan mantenido un encuentro, aunque sea con luz y taquígrafos, es algo que no puede quedar impune, alguien debería de ofrecer algo más que unas simples explicaciones en sede parlamentaria. Y no vale sólo con una dimisión para cubrir el expediente o hacerla de cara a la galería.

Lo que hay que poner negro sobre blanco es por qué se ha mantenido un encuentro con un presunto estafador y, por ejemplo, se deja de recibir (o se posponen sine die) a colectivos como los de las víctimas del terrorismo. ¿Acaso es más relevante darle cancha al señor Rato que a los familiares que han perdido a un ser querido por la acción de ETA? Pues a la vista de los acontecimientos, parece ser que sí, que importa más ponerle alfombra roja a un presunto delincuente financiero que a gente de bien.

Lo cierto es que el señor Fernández Díaz nunca ha demostrado un especial tacto para según que cosas. En cuanto pudo, por ejemplo, propuso esta especie de experimento diabólico por el cual presos etarras podrían entrevistarse con personas que hubieran perdido algún familiar en los centenares de atentados cometidos por estos canallas, lo que vino a llamarse la famosa Vía Nanclares, un verdadero despropósito que, viniendo de quien venía la idea no es de extrañar. Al final, cualquiera de ustedes que quisiera ser recibido, ya no por el ministro, sino por un director general, debería esperar meses, por no decir año y pico y en cambio llama Rodrigo y no tarda ni un Rato en recibirle.