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Desde mi escaño

Carmena, Madrid no es ninguna bicicleta

Manuela Carmena ya ha demostrado por activa y por pasiva que no entiende que lo que tiene entre manos no es la bicicleta que sacó la pasada jornada con motivo del Día europeo sin coches, sino nada más y nada menos que el Ayuntamiento de Madrid, la corporación municipal más importante de toda España y, casi seguro, que superando en nivel de relevancia a muchas instituciones autonómicas. Por tanto, la capital de España no puede estar en manos de cualquiera y mucho menos en alguien que tiene por norma hacer experimentos con las cosas del comer. Claro, así salen las cosas como salen luego, hechas un pingajo.

Esta podemita, aparte de haber llegado a la alcaldía con mentiras aviesas como la de los niños muertos de hambre y la de la paralización de los desahucios, ambas cuestiones se han demostrado burdas trolas porque ni había 25.000 críos desnutridos ni se han paralizado los desalojos, ahora se ha empeñado en hacerle la vida imposible a los conductores. Se ha empeñado en peatonalizar medio Madrid y en cortar vías neurálgicas ya no sólo los domingos, sino también entre semana.

La última idea de la diabólica abuelita de absurdas palabras y hechos demenciales (es lo que tiene la senectud) fue cortar un martes 22 de septiembre de 2015 la Gran Vía entre las nueve de la mañana hasta pasadas la una del mediodía. Ella, que se toma todo a chacota, salió en rueda de prensa con esas gafas de vendedora de cupón de la ONCE, a decir que los coches tienen que habituarse a la presencia de las bicis. Sí, claro, señora, y la próxima es hacer un paseo peatonal por medio de La Castellana y un paseo perruno, cual carril bici, por la calle de Alcalá. Por pedir, que no quede.

Carmena se ha empeñado en cargarse la economía de esta ciudad paralizando cualquier proyecto, ya sea la rehabilitación del edificio España, la operación Chamartín o la quinta torre del skyline del norte de Madrid. Claro, que uno entiende que esta abuelita no tiene mayor papel que la de hacer de portavoz de su sobrino político, Luis Cueto, y la de la asalta capillas, Rita Maestre, los verdaderos ‘ordeno, mando y deshago a su peculiar antojo’, pero siempre jodiendo el futuro y el porvenir de esta ciudad que no merece a unos gobernantes tan amateurs como sectarios.

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