Artur Mas, miembro honorífico de la cofradía del que asó la manteca
A su casa. Arturo Mas debería estar haciendo ahora mismo las maletas para irse a su hogar o a llorar al monte. No se puede hacer peor. En cinco años ha conseguido la cuadratura del círculo, de sacar el solito 62 escaños en 2010 a sacar lo mismo en compañía de ERC. Todo un lince este Arturito, a partir de esta noche del 27 de septiembre de 2015 miembro honorífico de la cofradía del que asó la manteca.
¿Dimitirá por su propio pie? Lo dudo. Este señor con mentalidad de crío de seis años, que se ríe a cada patochada que perpetra, lo de palco del Camp Nou durante el himno nacional o lo de la bandera en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona son claros ejemplos de la inmadurez de este irresponsable separatista, intentará pilotar Cataluña una vez más. El problema es que ya no depende de sí, ni siquiera de sus socios de Juntos por el Sí. Depende de las CUP y el sandalio batasuno de David Fernández, ese mamarracho infecto que igual que amenazó con una chancla a Rato y que ahora hará lo mismo si Mas pone sus manos sobre el Estatuto catalán.
La payasada de Mas no le ha salido cara a él, le ha salido cara al pueblo catalán y mucho me temo que en esta ocasión le puede seguir saliendo onerosa a los ciudadanos, entre otras razones porque ahora vamos a asistir a una pelea monumental entre unos y otros por repartirse el pastel del 3% o de lo que quede por mangonear.
Quien quiera leer los resultados en clave independentista está en su derecho, pero evidentemente si las CUP no quisieron ir en la lista de Juntos por el Sí sería por algo. Y es que Fernández, muy haraposo él, no es tonto y sabe que yendo por separado puede conseguir más que si hubiese ido integrado en la covacha de Artur Mas. Lo peor es que entre que unos y otros se pongan de acuerdo, quienes perderán serán los catalanes.
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