Obama y sus diez minutos para despachar tres vendedores de humo
¿Qué pretendían, coincidiendo con la visita de Barack Obama, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera? ¿Qué los recibiese como si fuesen jefes de Estado? ¿Tal vez pensarían que esto era Cuba y que había obligación de reunirse con la disidencia? Afortunadamente, España no es un país dictatorial, hace 41 años que no tenemos, a Dios gracias, a nadie que nos impida expresarnos libremente y, cuando no se está satisfecho con la labor de los dirigentes, elecciones y carpetazo que te crió.
Se vienen a quejar los entornos de PSOE, Podemos y Ciudadanos, especialmente los dos primeros, que el presidente de los Estados Unidos los despachó en poco más de diez minutos, tiempo a repartir entre los tres. Pues, señores míos, dense por contentos. Ya han tenido más suerte que muchos norteamericanos que aún no han podido tener frente a frente a su mandatario. Lo habrán visto, con un poco de suerte, desde lejos en alguna de esas convenciones de los Demócratas y paren ustedes de contar.
A ver, no seamos paletos ni nos creamos extras en la película de Berlanga ‘Bienvenido Míster Marshall’. Obama vino a España para reunirse con Rajoy. Lo de ver a la oposición se contempló como una posibilidad que se descartó desde el mismo momento en que se produce la matanza de Dallas. Se empezó por eliminar el viaje a Sevilla y estuvo a un paso de suprimir toda la visita a España dado el cariz de los acontecimientos en Estados Unidos. De hecho, chapeau para unos sevillanos que se tomaron con resignación, pero con mucha comprensión, la suspensión de la visita del inquilino de la Casa Blanca. No habría quedado elegante estar un día en Sevilla dándole al baile y al jamoncito y 24 horas después presidiendo en su propio país unos funerales.
Insisto, los diez minutos que tuvieron los dirigentes de esos partidos fue más que suficiente. Quienes no tienen responsabilidades de Gobierno pueden ser perfectamente prescindibles ante la alteración de una agenda por mor de esos asesinatos. Pablo Iglesias tiene poco en común con Obama, Albert Rivera tampoco le va a dar las claves de lo que se cuece en nuestro país y Pedro Sánchez, cuyo partido sí sabe lo que es gobernar este país, prefiere hablar más de baloncesto que de las cosas del comer. Normal que el presidente norteamericano dijese que lo primordial era departir largo y tendido con Rajoy y a los tres líderes de los partidos de la oposición, un saludo cordial, foto, choque de manos y poco más. Seguro que la Inteligencia de los Estados Unidos le puso al corriente a Obama sobre las intenciones de protagonismo del trío lalala.
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