Una mordaza para Piqué
¡Pobre Piqué! Ya ni en su casa deportiva, el Fútbol Club Barcelona, están por la labor de tolerar sus salidas de tono, sus acusaciones de grueso calado, sus invectivas contra la prensa. Como al niño pequeño que coge una rabieta, en los despachos nobles del Nou Camp han optado por no hacerle caso. Que se desfogue, que diga todas las barrabasadas que se le pasen por la cabeza, pero la entidad no va a salir a proteger a uno de sus símbolos, empezando por el propio Luis Enrique que, en un arranque de lucidez, ha dicho que el central ya es mayorcito para saber lo que hace y lo que dice.
Y es verdad, Piqué ha tenido demasiada bula papal en los últimos años, muchas burlas hacia el eterno rival, quejas contra los árbitros, contra la prensa e incluso, en su vida privada, numeritos que poco le beneficiaban como enfrentarse a unos guardias urbanos de Barcelona. ¿Por qué entonces le permitían desde el club todas esas veleidades? Porque la pelotita entraba, los títulos llegaban a espuertas y la entidad conseguía ser protagonista mundial acaparando los mejores y los más prestigiosos premios.
Pero claro, cuando te pones a tanta distancia del Real Madrid, en la Copa del Rey te llevas un susto y en la Champions te toca el impredecible París Saint Germain es para poca broma, como dirían los Tricicle. En el Barcelona Cruyff y Guardiola siempre aprendieron de los errores del nuñismo. El victimismo y los lloros no valen para nada. Sin embargo, no veo a Bartomeu poniendo freno a los excesos verbales de un Piqué demasiado empeñado en ser protagonista y eso desde los estamentos arbitrales, sin ir más lejos, se suele tener muy en cuenta y no hay peor cosa que poner en el punto de mira a un colegiado (o a varios) para que empiecen a producirse ‘casualidades’.
El Barcelona, insisto, debería ponerle una mordaza a Piqué o, en su defecto, mandarle a un convento benedictino y que reflexiones durante 40 días a ver si viene más relajado, más centrado y, sobre todo, contribuye a que el Barça mejores porque con el plantillón que tiene es de mediocre agarrarse a dos arbitrajes para justificar ser tercero en Liga y, de momento, a la hora de redactar el artículo, eliminado en Copa del Rey, aunque es verdad que tiene todo en su mano para cargarse al Bilbao.
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